Francisco de Goya (1746-1828). María Josefa de Borbón y Sajonia, infanta de España (1800) Óleo sobre lienzo. 72 x 59 cm. Museo del Prado. Madrid (Pulsar sobre la imagen para ampliarla) |
El 8 de diciembre de 1801, a los 57 años de edad, fallecía en Madrid la infanta doña María Josefa Carmela de Borbón y de Sajonia, dieciocho meses después de que don Francisco de Goya y Lucientes la retratara para el cuadro La familia de Carlos IV. En aquella fecha no podía atribuirse su muerte más que a causas naturales; pero sin determinar con exactitud la causa fundamental de la misma. Hoy, gracias a las extraordinarias dotes de observación del pintor de Fuendetodos y al absoluto realismo que imprimió a su cuadro, pensamos que María Josefa pudo morir a causa de un melanoma que presentaba en su sien derecha.
La infanta, hermana de Carlos IV, hija de Carlos III y María Josefa Amalia de Sajonia, había nacido en Gaeta, a un centenar de kilómetros de Nápoles, el 6 de julio de 1744, cuando su padre era rey de Nápoles y Sicilia. Existen otros retratos de juventud, de María Josefa, obras de Bonito, Mengs o Tiepolo, algunos de ellos -ciertamente- más "idealizados" que éste que ahora nos ocupa. Según la página oficial del Museo del Prado, en el cuadro de Goya, la infanta:
Pero, volviendo al posible melanoma de la infanta pintado por Goya, el Dr. Laurens P. White, médico de San Francisco (California), publicó en 1995 un comentario titulado "What the Artist Sees and Paints", en la revista Western Journal of Medicine, cuya traducción libre y apresurada podría ser así:
Notas:
(1) GALERÍA (2011): "Galería online". Museo Nacional del Prado. [Disponible en: http://www.museodelprado.es/coleccion/galeria-on-line/galeria-on-line/obra/maria-josefa-de-borbon-y-sajonia-infanta-de-espana/; consultado el 3 de abril de 2011].
(2) WHITE, L. P. (1995): "What the Artist Sees and Paints". West. J. Med. 163, 1: 84-85. [Disponible en: http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC1302934/pdf/westjmed00358-0086.pdf; consultado el 3 de abril de 2011].
La infanta, hermana de Carlos IV, hija de Carlos III y María Josefa Amalia de Sajonia, había nacido en Gaeta, a un centenar de kilómetros de Nápoles, el 6 de julio de 1744, cuando su padre era rey de Nápoles y Sicilia. Existen otros retratos de juventud, de María Josefa, obras de Bonito, Mengs o Tiepolo, algunos de ellos -ciertamente- más "idealizados" que éste que ahora nos ocupa. Según la página oficial del Museo del Prado, en el cuadro de Goya, la infanta:
"Ostenta la banda de la orden de Damas Nobles de la reina María Luisa, y sobre el pecho el borrón negro corresponde al lazo de la insignia de la Orden de Damas nobles del Imperio austríaco o Cruz Estrellada, que sólo recibían las damas de la familia real española. En la cabeza luce un tocado, a modo de turbante con una pluma de ave del Paraíso, y se adorna con ricos pendientes de diamantes." (1)
Pero, volviendo al posible melanoma de la infanta pintado por Goya, el Dr. Laurens P. White, médico de San Francisco (California), publicó en 1995 un comentario titulado "What the Artist Sees and Paints", en la revista Western Journal of Medicine, cuya traducción libre y apresurada podría ser así:
"Entre los años 1800 y 1801, Francisco de Goya pintó un gran retrato de grupo de la familia del rey Carlos IV de España. Incluída en este grupo está la hermana del rey, la infanta María Josefa, de 56 años de edad. En su sien derecha se ve un tumor grande y negro, probablemente un melanoma, seguramente del tipo léntigo maligno. Se pueden ver los bordes elevados del tumor. Y es sabido que la infanta murió por causas desconocidas seis meses después de que la pintura hubiese sido acabada. Por diversas razones podemos especular sobre la causa de su muerte pero no podemos afirmarla con certeza.
Los artistas a menudo ven y pintan la realidad antes de que los médicos y científicos la reconozcan.
El melanoma es una enfermedad bien conocida desde hace tiempo. Se dice que fue descrito por Hipócrates, aunque no lo hizo. [...] El primero en reconocerlo como cáncer, fue Gioanni Carlo Brugnone, un veterinario de Turín, Italia, en 1781, que lo describió en caballos, generalmente viejos caballos de color claro. El primero en reconocerlo como un tipo de cáncer en humanos fue René Laënnec, en 1807; aunque Everard Home, en 1805, ya distinguía distintos tipos de cáncer, uno de los cuales, según se comprobó años después, había sido el melanoma. La introducción del uso del microscopio en patología a mediados del siglo XIX contribuyó a establecer el diagnóstico del melanoma en humanos.
Una de las razones por las que Goya es uno de los más grandes pintores del mundo es porque en sus retratos lo reflejaba todo, con tanta fidelidad, que era capaz de pintar un cáncer en una princesa real. Otros muchos artistas lo hubieran disimulado o eliminado en la versión definitiva de sus cuadros. Goya era distinto. Posiblemente, pintó el retrato de una mujer con melanoma seis años antes de que uno de los médicos más importantes y cuidadosos describiera por primera vez la enfermedad."(2)
Notas:
(1) GALERÍA (2011): "Galería online". Museo Nacional del Prado. [Disponible en: http://www.museodelprado.es/coleccion/galeria-on-line/galeria-on-line/obra/maria-josefa-de-borbon-y-sajonia-infanta-de-espana/; consultado el 3 de abril de 2011].
(2) WHITE, L. P. (1995): "What the Artist Sees and Paints". West. J. Med. 163, 1: 84-85. [Disponible en: http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC1302934/pdf/westjmed00358-0086.pdf; consultado el 3 de abril de 2011].
Goya, com seu extremo realismo, mostra-se sempre genial em sua arte!Ouvi dizer que a lesão de Josefa retratada por Goya era uma ceratose seborréica, mas tua abordagem sobre melanoma, incluindo as informações acerca da morte da infanta, são bem mais aceitaveis que o outro possível diagnóstico. Parabéns, mais uma vez e obrigada pelo maravilhoso texto. Beijos
ResponderEliminarPues yo había oído que esos lunares tan enormes eran cosa de la moda porque la reina Mª Luisa aparece llevándolo también en la sien. Según algunos documentos de la época, este capricho provocó la crítica irónica del pueblo, pues veían a la reina con el gran lunar que cambiaba de sitio diariamente. Mª Josefa también lo llevaría por los mismos motivos, aunque vaya usted a saber...
ResponderEliminarSaludos
Muchas gracias, Renata, por tu amable comentario.
ResponderEliminarEfectivamente, la queratosis seborreica es uno de los diagnósticos diferenciales de la lesión que presentaba María Josefa. Pero, aunque ese tumor benigno puede ser único, lo más frecuente es que sean tumores múltiples, y en el retrato de la infanta no se le aprecian otras lesiones...
La verdad es que nunca sabremos la verdad, porque nos falta la biopsia, el estudio anatomopatológico, imprescindible para el diagnóstico definitivo, y ni siquiera contamos con datos clínicos que describan la enfermedad. Yo me inclino por el melanoma, pero insisto mucho en el término "posible".
Esto de buscar diagnósticos en las pinturas es un entretenimiento para maniáticos como tú, como yo, y algunos más, que miramos los cuadros con "ojo clínico". Pero, en todo caso, me parece un excelente ejercicio para la formación en medicina.
Beijos.
Amiga Carmen, agradezco mucho tu comentario aludiendo a los lunares postizos.
ResponderEliminarCiertamente, ese tipo de lunares se puso de moda a finales del siglo XVIII, coincidiendo con la época en que la viruela causaba sus mayores estragos. Rara era la persona que no tenía cicatrices por esa enfermedad... Afortunadamente, fue entonces cuando el inglés Jenner descubrió la vacuna y comenzó el fin de la única enfermedad, que yo sepa, que los humanos hemos conseguido erradicar.
En el caso de la infanta María Josefa, fíjate que no presenta más lesiones en el rostro (Goya las habría pintado) y lo que vemos no parece un parche de terciopelo (a algo así), sino que presenta todas las características de un tumor, incluso con alteraciones del color de la piel alrededor, sobre todo en la parte inferior. Si era benigno o maligno no lo podremos saber nunca, porque nos faltan datos, como decíamos en el comentario anterior, fundamentalmente un estudio de anatomía patológica.
Sobre la moda de los lunares postizos, que, como el abanico, tenían su propio lenguaje, te dejo un enlace a un conocido blog, donde te recomiendo que leas lo que dice nuestro amigo del significado de un lunar junto al ojo... No me imagino yo a la infanta en esa situación...
http://historiasdelahistoria.com/2010/08/02/el-lenguaje-de-los-lunares-postizos/
Un abrazo y feliz semana.
Muy interesante esta entrada, siempre que contemplaba la Familia de Carlos IV en el Prado me quedaba mirando a esta señora y su "bulto" en la sién pensando que podría ser aquello, uno que no es experto en medicina. Goya, como dices, es grande, entre otras cosas por ese realismo, que por otra parte hereda de Velázquez y Carreño que tampoco quisieron disimular las enfermedades o los defectos de sus reales amos, Felipe IV y Carlos II.
ResponderEliminarPor cierto, hablando de Carlos II, has dedicado alguna entrada a las enfermedades del Rey que constituye el leivmotiv de mi blog? me encantaría leerlas en el caso que así fuese. Yo escribí una entrada sobre su agonía final que quizás te interese: http://reinadodecarlosii.blogspot.com/2010/11/tal-dia-como-hoy-de-hace-310-anos-moria.html
Un saludo.
Muchas gracias, Carolus, por tan amable comentario.
ResponderEliminarRespondiendo a tu pregunta, he de confesarte que, aunque desde siempre me ha llamado la atención Carlos II de España, no había tenido la curiosidad necesaria para profundizar en el estudio de su biografía hasta que recibí tu comentario anterior. Eres, por tanto, el responsable del interés que ahora siento por el monarca que evocas. Y, precisamente, la próxima entrada a mi otro blog, "Tiempo para la memoria", que abrí hace dos noches (tardo mucho en realizar una entrada, porque no escribo más que unas pocas líneas cada día) tratará sobre él. Ilustrada con el mismo cuadro de Carreño que muestras en el encabezamiento de tu blog, será algo breve, a modo de introducción para futuros escritos. No creo que en ella encuentres nada que no sepas ya. Pero, es que estoy encontrando tanto y tan interesante, que me he apasionado con el tema. Espero publicarla dentro de tres o cuatro días.
Respecto a tu entrada sobre la agonía final de Carlos II, que no tenía el gusto de conocer, he de decir que me ha impresionado. Me parece un texto excelente: instructivo y muy bien documentado; que, con tu permiso, citaré siempre que trate sobre este asunto.
Una vez más, gracias, y con ellas recibe mi más afectuoso saludo.
Me encantan estas entradas, porque a través de la observación, de simplemente mirar y estudiar se pueden conjeturar, nunca demostrar, posbilidades médicas o características físicas, incluso psiquicas, de los personajes de la historia y del arte, con lo cual se demuestra, que el arte puede servir para muchas muchas cosas. Un cordial saludo desde ArteTorreherberos.
ResponderEliminarCiertamente, Paco. Salvo casos muy concretos, en los que se pueden estudiar algunos restos con técnicas modernas, los médicos sólo podemos apuntar conjeturas, basándonos en datos clínicos... pero nunca asegurar nada, ni en los trastornos físicos ni, mucho menos, en los psíquicos. Sin embargo, estoy convencido de que observar las obras de arte con mentalidad médica es muy gratificante para el profesional que lo hace y un excelente método didáctico para los estudiantes de medicina.
ResponderEliminarAgradezco mucho tan amable comentario y, con mi gratitud, reciba también el más afectuoso saludo.
Gracias por tu aclaración. Me voy a pasar por el enlace para conocer el lenguaje d elos lunares postizos según su ubicación.
ResponderEliminarSaludos
De nada Carmen. Seguro que coincidirás conmigo en que la infanta María Josefa no se había puesto un lunar junto al ojo siguiendo ese lenguaje...
ResponderEliminarSaludos.
Parece que he llegado tiempo, mi querido Francisco; qué interesante y qué esclarecedor; a mi me ha pasado siempre como a Carolus II y es estupendo que nos lo hayas explicado; por cierto que pobre criatura, solo le faltaba el melanoma.
ResponderEliminarMuchos besos, Doctor.
Yo le he cogido cierto cariño a María Josefa, Lola. Lástima no, pero sí ternura. Pienso que no fue feliz en su vida. Entonces y ahora se ha hablado mal de ella. Pero dudo que fuera una "arpía" como algunos dicen. Una cosa es segura, amaba a los animales, porque suele aparecer retratada con un perrito en brazos... alguien así no puede ser tan malo. Me gusta verla en el cuadro de Tiepolo -sin duda con el "photoshop" de la época- en el que aparenta ser lo que hubiera podido ser: una joven y bella princesa.
ResponderEliminarMuchísimos besos para ti, Profesora.
Siempre interesantes, doctor, las aportaciones en este blog tan pleno de estética y de sabiduría.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias José Julio. Este blog no pretende ser más que un divertimento; pero en el que pongo la mejor voluntad y -aunque pueda ser cursi decirlo- con todo mi amor. Siempre me ha gustado escribir. De hecho no paro de hacerlo en mi actividad profesional. Aquí me libero de las rígidas estructuras científicas... Es como quitarse la corbata y el reloj al llegar a casa...
ResponderEliminarUn afectuoso abrazo.