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19 de enero de 2012

Las neuronas de Ramón y Cajal: "mariposas del alma"


Santiago Ramón y Cajal (1852-1934). Corteza cerebral humana (1899)

Últimamente no dispongo de demasiado tiempo para mí, para el ocio, para el blog. Esta noche no he podido superar la ansiedad que provoca la adicción insatisfecha, y para remediarlo, mejor que acudir a los ansiolíticos, he preferido hacer una entrada breve pero sólidamente fundamentada en la imagen y la palabra. La imagen es la que acabas de ver, obra del científico español por excelencia, médico, escritor, artista... Don Santiago Ramón y Cajal. La palabra la ponen, en sus respectivas publicaciones (puedes enlazar con ellas pulsando sobre los nombres), don Javier de Felipe, el Centro Virtual Cervantes, y mi querido amigo el Profesor Fernández de la Gala. De este último copio el texto que describe nuestra imagen:

"En este dibujo, trazado una tarde por la mano de Cajal en el Madrid depresivo de 1899, aparecen muy bien descritas las células piramidales de la corteza cerebral. A él le gustaba llamarlas 'mariposas del alma' [...], y no hay duda de que la ilustración de Cajal acierta a mostrar en detalle el cuerpo celular típicamente piramidal de estas células. Se ve también una dendrita apical muy gruesa y erizada de espinas que sale de su vértice y asciende hacia la superficie. De los ángulos laterales del cuerpo surge un ramillete de dendritas basales, y de la base del mismo, un axón que desaparece del dibujo para dirigirse a la sustancia blanca subcortical. Unas células 'delicadas y elegantes -escribió en 1917-, cuyo batir de alas quién sabe si esclarecerá algún día el secreto de la vida mental'."

Ramón y Cajal fue -además de todo lo demás- un meritorio artista gráfico; mi amigo Fernández de la Gala, tan polifacético como aquel sabio jesuita, Athanasius Kircher, a quien dedica su blog, es -entre otras muchas cosas- un artista de la palabra (hasta Vargas Llosa lo sabe).

8 de enero de 2012

No era un melanoma. Lo que Goya pintó en la sien de la Infanta María Josefa era un lunar postizo


Francisco de Goya y Lucientes (1746-1828).  María Josefa de Borbón y
Sajonia, infanta de España
(1800). Detalle
Óleo sobre lienzo. 72 x 59 cm. (Cuadro completo)
Museo Nacional del Prado. Madrid

Por segunda vez, el rostro de la infanta María Josefa de Borbón abre una entrada de este blog. La primera fue el pasado 3 de abril de 2011, cuando me hacía eco de lo planteado en una publicación norteamericana acerca del posible melanoma que Goya habría pintado en la sien derecha de la infanta. Dicho planteamiento no parecía descabellado sabiendo que María Josefa falleció año y medio después, sin que se conozca la causa; y sobre todo si, en vez de ver la imagen inicial, tomada del estudio al natural, pintado en Aranjuez en mayo de 1800, que Goya realizó de la infanta (según se dice, tuvo que pintar a cada personaje por separado, por deseo de la reina María Luisa) se ve su retrato en el propio cuadro de La familia de Carlos IV, que se se muestra a continuación.

Francisco de Goya y Lucientes (1746-1828). La familia de Carlos IV (1800)
Óleo sobre lienzo. 280 x 336 cm.
Museo Nacional del Prado. Madrid
(Pulse sobre la imagen para ampliarla)

En el cuadro, Goya sitúa a la infanta María Josefa en segunda fila (el mismo lugar que ocupó en la historia), en el grupo de la izquierda, detrás del príncipe de Asturias, futuro Fernando VII, y de una joven no identificada (que debería representar a la que fuera esposa del anterior), y sólo delante de donde el pintor, modestamente, se coloca a sí mismo. Si se fijan en la mancha oscura que aparece sobre la sien derecha de la infanta, no es extraño que alguien pueda pensar que se trata de un tumor. Y si ese alguien es médico, puede pensar en un melanoma, del tipo lentigo maligno o, más aún, en una queratitis seborreica.

Detalle del cuadro anterior

Pero Goya ya había pintado antes esas "manchas". Por ejemplo, en la sien izquierda de la reina María Luisa de Parma, la esposa de Carlos IV, en 1789 y 1790.


Francisco de Goya y Lucientes (1746-1828). La reina María Luisa con tontillo (1789)
Óleo sobre lienzo. 205 x 132 cm.
Museo Nacional del Prado. Madrid


Francisco de Goya (1746-1828). María Luisa de Parma, reina de España (1790)
Óleo sobre lienzo. 127 x 94 cm.
Museo Nacional del Prado. Madrid

Detalle del cuadro anterior


Antes aún, en 1797, se puede ver lo mismo, justo donde acaba la ceja derecha, en este retrato de doña María del Pilar Teresa Cayetana de Silva y Álvarez de Toledo y Silva-Bazán, XIII duquesa de Alba por derecho propio.

Francisco de Goya (1746-1828). Cayetana de Silva y Álvarez de Toledo,
Duquesa de Alba, cuadro conocido como La duquesa de Alba vestida de negro (1797)
Óleo sobre lienzo. 210 x 149 cm.
The Hispanic Society. Nueva York


Detalle del cuadro anterior

Porque lo que Goya pintó en los rostros de la infanta, la reina y la duquesa, no eran tumores, sino lunares postizos. Y no lo digo yo, lo dice la doctora Olga Marqués Serrano, que de esto sabe mucho:
"Esta mancha ha sido muchas veces interpretada erróneamente como una queratosis seborreica, pero se sabe que era una moda, un parche realizado en terciopelo o seda negra que llevaban como adorno en la sien y parece que a veces usaban para aliviar el dolor de cabeza".(1)

Y lo digo ahora porque entonces, cuando se publicó aquella entrada, en abril del año pasado, mi amiga Carmen Cascón Matas, como buena historiadora y fina observadora que es, en su comentario apuntaba que, seguramente, lo que Goya pintó en el rostro de María Josefa de Borbón era uno de esos lunares postizos. Y yo me quedé pensando... Reconozco que me equivoqué. ¡Hay que tener mucho cuidado con estas cosas!


En fin, como homenaje a don Francisco de Goya, y con mi agradecimiento a Carmen Cascón, a quien le dedico esta entrada, nos despedimos por hoy con imágenes de la obra del genio de Fuendetodos y música de Boccherini.



BIBLIOGRAFÍA
(1) MARQUÉS SERRANO, Olga (2009): La piel en la pintura. Madrid, Reprofot: 192.

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