Juan Manuel Blanes (1830-1901). Un episodio de la fiebre amarilla en Buenos Aires (1871) Óleo sobre tela. 230 x 180 cm. Museo Nacional de Artes Visuales, Montevideo, Uruguay |
Antes que la prensa digital, antes que la televisión o la radio, cuando la fotografía todavía estaba en sus inicios, un pintor uruguayo, Juan Manuel Blanes, actuando prácticamente como un reportero que presenta la crónica de actualidad, nos dejó esta imagen sobre la terrible epidemia de fiebre amarilla que asoló Buenos Aires en 1871.
Se sabe, incluso, quienes eran los principales personajes representados en el cuadro. Según podemos leer en Wikipedia:
"Juan Manuel Blanes, pintor uruguayo que vivió en Buenos Aires, pintó un óleo sobre tela (actualmente en Montevideo) llamado 'Episodio de la Fiebre Amarilla' [...] inspirado en un hecho acontecido durante la tragedia, probablemente el 17 de marzo de 1871, en la calle Balcarce. En él se observa a una mujer (Ana Bristani), muerta por la fiebre, tirada sobre el piso de un conventillo. Su hijo, un bebé de pocos meses, busca el seno de su madre. A la derecha, sobre un lecho, se encuentra el cadáver del padre. La puerta del cuarto está abierta y entrando por la misma se observa al doctor Roque Pérez (en el centro) y al doctor Manuel Argerich (a su derecha), miembros de la comisión popular y que luego morirían víctimas también de la fiebre. Éste célebre cuadro se convirtió en un emotivo homenaje a quienes dieron su vida intentando salvar las de los demás."
Dicen que el médico Roque José Pérez cogió al bebé en brazos y lo llevó a una casa de niños expósitos. Pérez fallecería tres días después. El otro médico, Manuel Argerich, murió unas semanas más tarde, también contagiado por la enfermedad.
Sin duda, este cuadro es un magnífico ejemplo de la relevancia que ha tenido la pintura en la Historia de la Medicina y en la Historia Social.
Enlaces de interés:
Museo Municipal de Bellas Artes Juan Manuel Blanes (Montevideo)
Una preciosidad - la obra es magnífica - y un descubrimiento Juan Manuel Blanes. ¡Cuánto nos queda por aprender, doctor!
ResponderEliminarMuchos besos.
¡Cuánto nos queda por aprender, Lola MU!
ResponderEliminarCada vez que se descubre algo nuevo, surgen muchos más interrogantes...
Cuando vi este cuadro por primera vez, con su horrible escena, me trajo a la memoria algunas de esas fotografías de prensa que ganan premios internacionales:
http://www.archive.worldpressphoto.org/search/layout/result/indeling/detailwpp/form/wpp/q/ishoofdafbeelding/true/trefwoord/year/1968
En aquella época, era la pintura, la encargada de dejar testimonio de la historia.
Muchas gracias por tu comentario, y hasta la próxima entrada, que procuraré que sea menos triste.
Muchos besos.
Quiero aprovechar este espacio para agradecer públicamente a Kianda, Kore y Suhil Miró, tres interesantísimos seres, el honor que me hacen al haberse unido a los amigos de "Medicina y Arte".
ResponderEliminarEspero que vuelvan por aquí, y vean este agradecido mensaje.
Saludos a los tres.
Museos, calles e institutos de Arte llevan el nombre del gran Blanes... una belleza, desde uruguay mis saludos.
ResponderEliminarHugo
Desgarrador.
ResponderEliminarUn saludo.
Francisco, gracias por sus palabras y por hacerse seguidor de España Eterna, espero no defraudarle en entradas posteriores. Por mi parte me permito hacerme seguidor de su interesantísimo blog sobre, prometo visitarle con asiduidad.
ResponderEliminarUn saludo.
Siempre he pensado que ejercer de médico tiene que ser muy vocacional. Estar siempre expuesto a las enfermedades, ver a veces cosas no muy agradables, tener que consolar a viudos, huérfanos, etc. Y en los tiempos que corren, estar también expuesto a la mala educación de algunos que agreden si no consiguen la medicina que quieren. Antes al menos estaba muy bien pagado, ahora se comenta que en la seguridad social tampoco es para tirar cohetes.
ResponderEliminarLo que decía, es muy vocacional.
Menos mal que sigue habiendo estudiantes de medicina.
Un abrazo
Muchas gracias, Hugo, por haber dejado aquí su testimonio de homenaje a Juan Manuel Blanes. Me alegra saber que Uruguay reconoce el mérito de sus hijos.
ResponderEliminarDesde España, mi más cordial saludo.
Ciertamente, Irene. ¡Desgarrador!
ResponderEliminarEn las epidemias, por poco que se pudiera hacer, y aunque hubiera algunos que intentaran escaparse, la mayoría de los médicos, siendo conscientes del peligro que corrían, seguían atendiendo a los demás. Buenos ejemplos tenemos en Cádiz, en las epidemias de fiebre amarilla, también, que a principios del siglo XIX asolaron la ciudad.
Plasmando el horror de esa familia, de ese bebé que ha perdido a su madre y a su padre, este cuadro es, además, un homenaje a todos los que dieron su vida intentando ayudar a los demás.
Gracias por estar aquí.
Un beso.
Agradezco mucho sus palabras, Pedro, y su amabilidad al unirse a los amigos de "Medicina y Arte".
ResponderEliminarRealmente, ha sido un agradable descubrimiento su blog "España Eterna". Tengo mucho que aprender de él.
¡Nos veremos!
Un cordial saludo.
Tienes razón, Ana. Esto es absolutamente vocacional; pero es la profesión más bonita que existe... Y lo digo después de treinta años de ejercicio y haber ganado el dinero justo para vivir. No sé si mi pasión tiene la culpa de que mis dos hijas estén estudiando Medicina. Ellas saben lo que han escogido... Pero cuando veo el brillo de sus ojos mientras me explican lo que van aprendiendo, y como -desde ya- sienten el dolor del enfermo y quieren ayudarle, soy el padre más orgulloso del mundo. Tenemos, por cierto, una generación de médicos excelentemente preparados. Son muy buenos. Y saben que van a trabajar día y noche, laborables y festivos, procurando aliviar el sufrimiento ajeno, por sueldos inferiores o que no superan en mucho los dos mil y pico (poco "pico") euros al mes (los MIR ganan bastante menos) después de diez años de formación, como mínimo, y sin dejar de estudiar nunca. No creo que uno sólo de mis alumnos haya elegido esta carrera para hacerse rico. En España, eso lo han conseguido muy pocos, incluso cuando era una "profesión liberal". Ahora es casi imposible. Pero si no de dinero, nos hacemos ricos de muchas otras cosas, que son más importantes.
ResponderEliminarUn abrazo, amiga.
Francisco, que bela pintura e belo texto! Ambos comoventes. Obrigada pelas informações aqui contidas. Abraços
ResponderEliminarGracias !
ResponderEliminarSí que conmueve la imagen, Renata. De hecho, cuando la vi, por vez primera, me pareció muy dura. Sin embargo, existe un boceto que lo es aún más. Blanes no lo realizó y "suavizó" su obra. Pero, era necesario reflejar el sufrimiento que causó la epidemia: el pintor fue un cronista de la realidad social.
ResponderEliminar"Abraços".
De nada, Suhil.
ResponderEliminarEs un placer que estés aquí.
Espectacular lienzo y espectacular testimonio de una enfermedad como la fiebre amarilla en Sudamérica. No lo ha podido describir mejor. Esta semana, precisamente, una amiga ha dejado en su blog un magnífico estudio de la obra de este pintor uruguayo; paso a dejar el enlace por si alguién le interesa profundizar en su obra:
ResponderEliminarhttp://calamandayledesesperedegustavecourbet.blogspot.com
Un placer aprender en este documentado espacio. Saludos.
Gracias, Paco, tanto por las amables palabras que me dedica como por ese enlace al magnífico blog de Calamanda; donde se puede profundizar en la obra de Juan Manuel Blanes y mucho más...
ResponderEliminarUn muy afectuoso abrazo.
Grande!
ResponderEliminarPor algo se le denomina El Pintor de la Patria.
Desde Montevideo,
Silvia.
Chau.
Así es, Silvia: ¡GRANDE!
ResponderEliminarPara mí ha sido una satisfacción conocer a este extraordinario pintor.
Muchas gracias por el comentario.
Desde Jerez, al sur de España, y compartiendo admiración por "La Voz", un cordial saludo.