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18 de enero de 2011

Un cuadro de Juan Manuel Blanes sobre la fiebre amarilla en Argentina

Juan Manuel Blanes (1830-1901). Un episodio de la fiebre amarilla en Buenos Aires (1871)
Óleo sobre tela. 230 x 180 cm.
Museo Nacional de Artes Visuales, Montevideo, Uruguay

Antes que la prensa digital, antes que la televisión o la radio, cuando la fotografía todavía estaba en sus inicios, un pintor uruguayo, Juan Manuel Blanes, actuando prácticamente como un reportero que presenta la crónica de actualidad, nos dejó esta imagen sobre la terrible epidemia de fiebre amarilla que asoló Buenos Aires en 1871.

Se sabe, incluso, quienes eran los principales personajes representados en el cuadro. Según podemos leer en Wikipedia

"Juan Manuel Blanes, pintor uruguayo que vivió en Buenos Aires, pintó un óleo sobre tela (actualmente en Montevideo) llamado 'Episodio de la Fiebre Amarilla' [...] inspirado en un hecho acontecido durante la tragedia, probablemente el 17 de marzo de 1871, en la calle Balcarce. En él se observa a una mujer (Ana Bristani), muerta por la fiebre, tirada sobre el piso de un conventillo. Su hijo, un bebé de pocos meses, busca el seno de su madre. A la derecha, sobre un lecho, se encuentra el cadáver del padre. La puerta del cuarto está abierta y entrando por la misma se observa al doctor Roque Pérez (en el centro) y al doctor Manuel Argerich (a su derecha), miembros de la comisión popular y que luego morirían víctimas también de la fiebre. Éste célebre cuadro se convirtió en un emotivo homenaje a quienes dieron su vida intentando salvar las de los demás."


Dicen que el médico Roque José Pérez cogió al bebé en brazos y lo llevó a una casa de niños expósitos. Pérez fallecería tres días después. El otro médico, Manuel Argerich, murió unas semanas más tarde, también contagiado por la enfermedad. 


Sin duda, este cuadro es un magnífico ejemplo de la relevancia que ha tenido la pintura en la Historia de la Medicina y en la Historia Social.


Enlaces de interés:
Museo Municipal de Bellas Artes Juan Manuel Blanes (Montevideo)

14 de enero de 2011

Van Gogh y el tabaco

Vincent van Gogh (1853-1890). Kop van een skelet met brandende sigaret (1886)
Óleo sobre tela. 32 x 24,5 cm.
Museo Van Gogh. Amsterdam

Mientras la polémica sobre la nueva ley que prohíbe fumar en muchos lugares de España sigue candente, lo cierto es que en el país hay menos humo; pero este escribidor (en el sentido coloquial del término que hizo famoso el gran Vargas Llosa, de quien ya quisiera tener una millonésima parte de su valía literaria) se entretiene con cuestiones más de su gusto, buscando temas sobre medicina y arte en relación con el tabaco. La verdad es que ejemplos hay para empezar y no parar. Uno de los más interesantes, en mi opinión, es este cuadro del genial Vincent van Gogh, que mi querida amiga Ana Leal Anguita nos ofrece en su exquisito blog "ARTES PLÁSTICAS", en una entrada, "NO SMOKING PLEASE", en la que tuvo la gentileza de nombrarme y dedicarme una glamourosa fotografía en la que la bellísima Lauren Bacall enciende un cigarrillo a su tantas veces partenaire (lo escribo sin comillas, pensando que la Real Academia Española no ha suprimido, todavía, este galicismo que a mí me suena mejor que "compañero de reparto") y marido en la vida real, el fumador empedernido, casi inimaginable sin el cigarro encendido entre sus dedos o sus labios, el irrepetible actor Humphrey Bogart. Por cierto, sabían que Humphrey Bogart era hijo de médico, que su padre quería que estudiara medicina en Yale; pero que no pudo ser porque el chico era muy aficionado a fumar, beber y "pasarlo bien" y poco o nada a estudiar...


Gracias, Ana, por tu detalle. Me encantó.


Respecto a ese cuadro del esqueleto de la parte superior del tronco y cráneo fumador, conocía la imagen, incluso había pensado utilizarla alguna vez en las presentaciones antitabaco que, desde 2005, vengo realizando; pero, ¡oh, ignorante!, no sabía ni nunca me había preocupado por saber que el autor era, nada menos, que van Gogh. Se trata de una de sus obras más significativas de cuando estudiaba en Amberes. Hay quien, inocentemente, ha comentado por algún foro, que el pintor expresaba así los efectos del tabaco. Falso de toda falsedad. Más acertadas me parecen las opiniones que sugieren una muestra del carácter rebelde del pintor, que lo manifestaba así como reacción al academicismo clásico de sus estudios de anatomía aplicada al arte. O, como sensatamente dice Ana Leal: "...esta imagen no pretendía denunciar nada, más bien dotar de vida a la calavera."


Por supuesto, esa no fue la única vez que van Gogh pintó un cráneo. Abajo se pueden ver otras dos muestras, pintadas en París, en el invierno entre 1887 y 1888: de frente y de perfil.

Vincent van Gogh. "Schedel" (1887/1888)
Óleo sobre tela. 41,5 x 31,5 cm.
Museo van Gogh. Amsterdam

Vincent van Gogh. "Schedel" (1887/1888)
Óleo sobre tela. 43 x 31 cm.
Museo van Gogh. Amsterdam

Aquél mismo invierno, en París, dibujó el esqueleto colgante con gato que aparece a continuación.

Vincent van Gogh. "Hangend skelet en kat" (1886/87)
Museo van Gogh. Amsterdam

Respecto al tabaco, en algunos de sus retratos aparece gente fumando, como el hombre fumando en pipa, de 1885.

Vincent van Gogh. "Kop van een man"(1885)
Óleo sobre lienzo. 38 x 30 cm.
Museo van Gogh. Amsterdam

O, este otro interesante cuadro, el único en que he visto que el retratado fumaba un cigarrillo. La página del Museo van Gogh parece indicar que se trata de un paciente, compañero suyo, un hombre con un solo ojo, que pintó mientras estaba ingresado en el hospital psiquiátrico de Saint-Rémy; aunque esa misma página, en otro lugar, dice que ingresó en dicho Hospital en el año 1889 -como así fue- por lo que existiría una incongruencia en las fechas; o, probablemente una mala interpretación mía. Seguramente, el cuadro, es anterior a su ingreso en el mencionado hospital psiquiátrico.

Vincent van Gogh. "Portret van een man met één oog" (1888)
Óleo sobre lienzo. 56 x 36,5 cm.
Museo van Gogh. Amsterdam

Muchas veces, en sus autorretratos (él fue su principal modelo) van Gogh, que era un gran fumador, se representó a sí mismo fumando en pipa.

Vincent van Gogh. Autorretrato (1886)
Óleo sobre lienzo. 46 x 38 cm.
Museo van Gogh. Amsterdam

Vincent van Gogh. Autorretrato (1887)
Óleo sobre lienzo sobre cartón. 42 x 30 cm.
Museo van Gogh. Amsterdam

Y, cómo no, en su famoso autorretrato, con una venda, después de haberse cortado parte de la oreja derecha, en 1889.

 Vincent van Gogh. Autorretrato "con una oreja vendada" y pipa (1889)
Óleo sobre lienzo. 51 x 45 cm.
Colección Privada
Van Gogh es una figura apasionante para la medicina y el arte sobre la que, inexcusablemente, tendré que volver...



7 de enero de 2011

Los niños que siempre sonríen. Textos e imágenes sobre un cuadro de Caroto y el síndrome de Angelman


Giovanni Francesco Caroto (c. 1480-1555). Giovane con disegno di pupazzo (c. 1515-1520)
Óleo sobre madera. 37 x 29 cm.
Museo di Castelvecchio, Verona, Italia

Giovanni Francesco Caroto fue un pintor veronés que floreció durante la primera mitad del siglo XVI, en pleno Renacimiento italiano. Su obra más conocida y reproducida, sin duda, es este cuadro que podemos encontrar con diversos nombres, tanto en italiano como en otros idiomas. Entre los nombres italianos se pueden citar: Ritratto di fanciullo con disegno, Bambino con disegno... O Giovane con disegno de pupazzo, por el que he optado porque es el que utiliza el Museo di Castelvecchio, donde se encuentra, en la romántica y monumental ciudad de Verona. El cuadro nos muestra a un niño, casi adolescente, de cabello pelirrojo, ojos y piel claros, mirada vivaz y, sobre todo, una amplia y franca sonrisa, que se gira para mirarnos de frente mientras nos muestra orgulloso un dibujo que ha realizado, un garabato demasiado infantil para la edad que representa. Hay quien comenta, con sentido del humor, que la primera vez que vio el cuadro, al fijarse en "este escueto dibujo infantil, lineal y torpe", pensó que algún bromista experto en photoshop había alterado la imagen original. Poca "idealización" se puede apreciar en este cuadro. Caroto reflejó la realidad de un niño, un niño de apariencia feliz y, seguramente, muy querido por la persona que encargó el retrato.

Cuatro siglos y medio después, el retrato de ese niño dio pie para que el pediatra inglés Harry Angelman (1915-1996), que lo había conocido en un viaje a Italia, publicara en 1965, en la revista Developmental Medicine and Child Neurology, tres casos de lo que inicialmente llamó puppet children (el título más utilizado del cuadro en inglés es Boy with a Puppet). Así lo explicaba el propio Angelman, en 1991, en comunicación personal al especialista en Pediatría y Genética Clínica estadounidense Charles A. Williams:

"The history of medicine is full of interesting stories about the discovery of illnesses. The saga of Angelman's syndrome is one such story. It was purely by chance that nearly thirty years ago three handicapped children were admitted at various times to my children´s ward in England. They had a variety of disabilities and although at first sight they seemed to be suffering from different conditions I felt that there was a common cause for their illness. The diagnosis was purely a clinical one because in spite of technical investigations, which today are more refined, I was unable to establish scientific proof that the three children all had the same handicap. In view of this I hesitated to write about them in the medical journals. However, when on holiday in Italy I happened to see and oil painting in the Castelvecchio museum in Verona called 'Boy with a Puppet'. The boy's laughing face and the fact that my patientes exhibited jerky movements gave me the idea of writing an article about the three children with a title of Puppet Children. It was not a name that pleased all parents but it served as a means of combining the three little patients into a single group. [...] This article was published in 1965 and after some initial interest lay almost forgotten until the early eighties."(1)

Los que no sean muy duchos en lengua inglesa pueden leer una traducción, no muy buena pero aceptable, en este enlace. Hablando de traducción, y más concretamente de traducción médica, de buena traducción médica, no quiero dejar de hacer referencia a la magnífica revista Panace@ (publicación oficial de TREMÉDICA, la Asociación Internacional de Traductores y Redactores de Medicina y Ciencias Afines), que con gran acierto dirige la Profesora Dra. Bertha Gutiérrez Rodilla, y cuyo Secretario de Redacción es mi querido amigo y compañero, el Profesor Juan V. Fernández de la Gala, autor del blog KIRCHER LANDSCAPE  y alma del blog VESALIUS. Para comprobar el interés científico y humanístico de esa magnífica revista de la que hablo basta con dedicarle unos minutos al número actual de Panace@, o cualquiera de los anteriores. Fue precisamente en dicha revista donde encontré el artículo, de F. A. Navarro, que utilizo como referencia principal en esta entrada sobre el cuadro de Caroto y el síndrome de Angelman.

Como dice Navarro:

"En 1982, [el ya citado] Charles A. Williams y su colega chileno Jaime L. Frías propusieron el antropónimo Angelman syndrome para reemplazar tanto el término elegido en 1965 por Angelman, puppet children syndrome, como el utilizado en 1967 por Bower y Jeavons, happy puppet syndrome, ambos hoy en desuso por considerarse peyorativos y estigmatizantes."(2)

El síndrome de Angelman es un trastorno neurológico hereditario, debido a un defecto del cromosoma 15. Aunque enmarcado dentro de las llamadas "enfermedades raras" (y, por tanto, poco conocidas, no sólo por la población en general, sino por los propios médicos), su frecuencia es mayor de lo que -en principio- se pensaba (aproximadamente 1/25.000), porque muchos no están correctamente diagnosticados. Para conocer con más profundidad el síndrome de Angelman se puede consultar la página del Profesor Dr. Víctor Alejandro Gaona, o Wikipedia, que tiene un artículo muy bien construido. Aquí, siguiendo una vez más a F. A. Navarro, diremos simplemente que:

"Clínicamente se manifiesta por marcha rígida y espasmódica, microcefalia, hipotonía muscular, retraso del habla, dificultad de aprendizaje, trastornos del sueño, predisposición epiléptica y -de forma muy llamativa- boca sonriente y risa excesiva e inoportuna. Los niños con síndrome de Angelman son personas de aspecto feliz, con gran afectividad natural, gustosas del contacto humano y muy juguetonas; y en las que la mayor parte de las reacciones y estímulos físicos o psíquicos se acompañan de risa franca." (3)

En el día de los Reyes Magos, el día de los niños por excelencia, que es cuando se ha redactado la mayor parte de esta entrada, he querido contribuir modestamente al conocimiento del síndrome de Angelman, para que su diagnóstico se lleve a cabo lo más pronto posible y los niños que lo padecen puedan recibir cuanto la medicina y la sociedad sean capaces de ofrecerles para su mejor desarrollo personal: y que esa risa suya, constante, sea realmente feliz. Para acabar, incluyo estos dos vídeos de You Tube, con el mismo propósito:





REFERENCIAS:
(1) NAVARRO, F. A. (2009): "¿Quien lo usó por vez primera? Síndrome de Angelman". Panace@, 10(30): 168. [Disponible en: http://medtrad.org/panacea/IndiceGeneral/n30_entremeses-FNavarro.pdf; consultado el 6 de enero de 2011].

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