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16 de octubre de 2011

Los quevedos


Jan van Eyck (c.1390-1441). Madonna met kanunnik Joris van der Paele (1436). Detalle
Óleo sobre tabla
Museo Groeninge. Brujas (Bélgica)

Según el Diccionario de la Lengua Española, se llama "quevedos" (siempre en plural) a unas "lentes de forma circular con armadura a propósito para que se sujete en la nariz", como las que acabamos de ver en ese detalle de un cuadro de Jan van Eyck, pintado en 1436.


El cuadro completo, que se muestra a continuación, puede encontrarse en Wikipedia acompañado de un buen estudio del mismo, donde se nos explica como el canónigo Joris van der Paele, anciano y enfermo, consciente de que se acerca el fin de su vida, procura que su camino hacia el cielo se halle lo mas expedito posible, y es presentado a la Virgen por el santo de su nombre, San Jorge, vestido de blanco -el color de la pureza- llevando en sus manos un libro de oraciones abierto y "un instrumento óptico, signo de riqueza y de erudición..."

Jan van Eyck (c.1390-1441). Madonna met kanonnikus Joris van der Paele (1436)
Óleo sobre tabla. 122,1 x 157,8 cm.
Museo Groeninge. Brujas

Tiempo habrá, si Dios quiere, para profundizar más adelante en la historia de la corrección óptica de las ametropías, que no se remonta más allá de la Edad Media, y cuánto contribuyó su invención a mejorar la vida de quienes hemos nacido con algún defecto de la visión, como la miopía, la hipermetropía o el astigmatismo; o que, simplemente, por el normal curso de los años sufrimos los inconvenientes de la presbicia.

Quevedos del siglo XVI
Fuente: Wikipedia

De momento, diremos, que este tipo de lentes, anteojos o antiparras, se empleaban fundamentalmente en los siglos XV, XVI y XVII; siendo anteriores -por tanto- tal como hemos podido comprobar en el cuadro de Van Eyck, a la existencia de ese mordaz literato que les dio nombre por aparecer retratado -salvo raras excepciones- con sus características gafas: Don Francisco Gómez de Quevedo Villegas y Santibáñez Cevallos (1580-1645).

Juan van der Hamen (c.1596-1631). Retrato de don Francisco de Quevedo

Un Quevedo, por cierto, que apreciaba a los médicos como ciertos políticos actuales, "Mas" o menos, y que nos dedicaba lindezas como éstas que escribe en su "Poema a un médico":


"Yacen de un home en esta piedra dura
El cuerpo yermo y las cenizas frías:
Médico fue, cuchillo de natura,
Causa de todas las riquezas mías.
Y ahora cierro en honda sepultura
Los miembros que rigió por largos días;
Y aun con ser Muerte yo, no se la diera,
Si dél para matarle no aprendiera."



Mucho se ha estudiado la especial ojeriza que Quevedo tenía contra los médicos y los profesionales sanitarios, en general... Pero acabaremos con una cita de José Luis Sebastián, en Pliegos de Rebotica; y como colofón, otros versos del señor de La Torre de Juan Abad:
"Disminuido físicamente (extremadamente miope y chueco, es decir, con los pies torcidos hacia adentro), él mismo asegura que sufrió de joven 'padecidas con paciencia' dos gravísimas enfermedades que, seguramente, fueron causa de aborrecer a médicos, cirujanos, practicantes, sacamuelas, barberos, herbolarios, alquimistas y boticarios de los que, metiéndolos a todos en un mismo saco, hizo escarnio en desvergonzadas letrillas satíricas burlescas, y en multitud de escritos en prosa."

"Pues me hacéis casamentero,
Ángela de Mondragón,
escuchad de vuestro esposo
las grandezas y el valor.

Él es un Médico honrado,
por la gracia del Señor,
que tiene muy buenas letras
en el cambio y el bolsón.

Quien os lo pintó cobarde
no lo conoce y mintió,
que ha muerto más hombres vivos
que mató el Cid Campeador.

En entrando en una casa
tiene tal reputación,
que luego dicen los niños:
'Dios perdone al que murió'.

Y con ser todos mortales
los Médicos, pienso yo
que son todos veniales,
comparados al Doctor.

Al caminante, en los pueblos
se le pide información,
temiéndole más que a la peste
de si le conoce, o no.

De Médicos semejantes
hace el Rey nuestro Señor
bombardas a sus castillos,
mosquetes a su escuadrón.

Si a alguno cura, y no muere,
piensa que resucitó,
y por milagro le ofrece
la mortaja y el cordón.

Si acaso estando en su casa
oye dar algún clamor,
tomando papel y tinta
escribe: 'Ante mi pasó'.

No se le ha muerto ninguno
de los que cura hasta hoy,
porque antes que se mueran
los mata sin confesión.

De envidia de los verdugos
maldice al Corregidor,
que sobre los ahorcados
no le quiere dar pensión.

Piensan que es la muerte algunos;
otros, viendo su rigor,
le llaman el día del juicio,
pues es total perdición.

No come por engordar,
ni por el dulce sabor,
sino por matar la hambre,
que es matar su inclinación.

Por matar mata las luces,
y si no le alumbra el sol,
como murciélago vive
a la sombra de un rincón.

Su mula, aunque no está muerta,
no penséis que se escapó,
que está matada de suerte
que le viene a ser peor.

Él, que se ve tan famoso
y en tan buena estimación,
atento a vuestra belleza,
se ha enamorado de vos.

No pide le deis más dote
de ver que matáis de amor,
que en matando de algún modo
para en uno sois los dos.

Casaos con él, y jamás
viuda tendréis pasión,
que nunca la misma muerte
se oyó decir que murió.

Si lo hacéis, a Dios le ruego
que os gocéis con bendición;
pero si no, que nos libre
de conocer al Doctor."

18 comentarios:

  1. Aunque Quevedo echase pestes de los galenos, hemos de ser indulgentes con el gran poeta. ¿No te parece, amigo Francisco? Al fin y al cabo era un desdichado "sufriente".
    Quevedescos saludos.

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  2. A Quevedo se le pueden perdonar ciertos excesos, a cuenta de su inteligencia; cosa que, con otros, no es fácil. Con él se puede ser compasivo. Además, muchas veces, nos hace sonreír, incluso reír; y eso no está mal, empezando por reírse de uno mismo.

    Un quevedesco abrazo, amigo José Manuel.

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  3. Una gran precisión y una gran finura en este texto, doctor Doña, en donde la pintura realza un objeto que ayuda a la vista. Quevedo muchas veces quiere acercarse tanto a los perfiles que los aumenta. Felicitaciones por las imágenes, por las palabras, por la riqueza de este post.
    Un abrazo.

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  4. Y, ¿qué sería de Quevedo sin sus idems? Y mira que debían de ser incómodos de llevar...En verano se le escurrirían por la nariz con el sudor...
    Saludos

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  5. Mordaz Quevedo como siempre, se ve que tuvo mañas experiencias con los "matasanos" de la época que seguro poco tenían que ver con los profesionales de hoy.

    Por cierto, muy bueno el chascarrillo sobre "Mas" jajaja ;)

    Un abrazo.

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  6. Que maravilla el poder mezclar en esta entrada la pintura al fresco detallista y minuciosa de Van Eyck con los versos mordaces y satíricos del gran Quevedo. Yo desconocía que este tipo de anteojos (¿se pueden llamar ya gafas?) se llamasen quevedos por utilizarla el gran Francisco de Quevedo. Entrada muy instructiva. Saludos.

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  7. Quevedo, entre otras muchas habilidades, amigo José Julio, me parece un maestro en el arte de la caricatura, que yo admiro.
    Por otra parte, aunque en esta entrada sólo se hayan recogido algunas de esas "caricaturas" de médicos, como bien sabes, también era capaz de alabar hasta los mayores extremos a aquéllos galenos que le habían tratado bien.

    Siempre agradecido por tus apreciados comentarios, te envío con éste un muy afectuoso abrazo.

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  8. Me encanta, querida Carmen, que hayas pensado en la incomodidad de los quevedos, y en como debían resbalar por la nariz con los calores del verano... Y más, teniendo en cuenta como vestían nuestros antepasados. Al respecto, un médico, ya en el siglo XIX, decía algo así: "Si quieres conservarte sano, viste la ropa de invierno en verano".
    El caso, es que la técnica no había inventado todavía los tornillos y, por tanto, no se les podía poner patillas.

    Muchas gracias por tu simpático comentario, que me ha provocado la sonrisa.
    Un beso.

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  9. Gracias, Carolus, por tu comentario que, como el de Carmen, también me ha hecho reir. Y por apreciar el "chistecito", aunque sea tan malo.

    Estoy, cada vez que saco un ratito, donde sea, recopilando documentación para nuestro 350 aniversario... A ver si soy capaz de sacar algo digno.

    Un abrazo.

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  10. Sí, se pueden llamar gafas, amigo Paco; aunque no llevaran patillas, como he dicho antes, por "problemas técnicos". Y, lo cierto, es que son tan característicos del genial escritor que su apellido dio nombre a este tipo particular de gafas, como refiere el propio Diccionario de nuestra Real Academia de la Lengua.

    Sobre el cuadro de Van Eyck volveré a tratar en la próxima entrada de este blog, porque es una "joya" para la medicina.

    Muchas gracias por tu apreciado comentario, y un fuerte abrazo.

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  11. Siento el retraso en la visita, querido Francisco; parece que aún llego a tiempo de felicitarte también por esta preciosidad en la que nos dosificas la medicina, la pintura, la literatura, la gracia y la inteligencia en perfectas proporciones.
    Te diré de mi enorme simpatía - y admiración, claro - hacia un escritor tan mordaz como audaz, pero capaz también de la más absoluta belleza ("Cerrar podrá mis ojos la postrera/ sombra que me llevare el blanco día...") aunque a veces no deje títere con cabeza, je, je.

    Muchos besos, doctor.

    PD: perdón por la aliteración involuntaria: demasiadas "az". Cosas del directo, je, je.

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  12. ¡Ah! me gusta este nuevo tono que le has puesto al fondo; es muy elegante.
    Besos de nuevo.

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  13. Estimado Francisco he disfrutado mucho con su entrada, lo cierto es que nunca me paré a pensar en estos artefactos para la vista. Me imagino que en esta época serían un artículo de lujo que sólo los más pudientes podrían costearse, además su elaboración no creo que fuera demasiado sencilla.

    En cuanto a la aversión a los médicos, me imagino que podría deberse al intrusismo en la profesión, pues hasta los barberos muchas veces se dedicaban a su práctica con más fortuna, cuando acertaban, que sabiduría. Sin embargo otros médicos fueron muy apreciados y bien vistos, pongo por ejemplo al médico de Felipe II, Francisco Vallés, también llamado "Divino Vallés", por algo sería ....

    Un abrazo :-))

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  14. ¡Qué va, Lola! Ya sabes que siempre hay bastante tiempo entre una entrada y otra. Aquí nunca es tarde, y siempre está abierto... Lo bueno es contar -como siempre- contigo, y con un comentario -con dos, mejor dicho- tan agradables.

    Respecto a ese escritor, tan mordaz, audaz y capaz (y lo digo en diferido... ¡Vivan las aliteraciones!), no añado más que es inigualable y genial. Yo lo admiro.

    Y sobre la nueva plantilla... Gracias por hacer referencia a ella y considerarla "elegante". Mi color de fondo, de verdad, es el blanco, el único que no me cansa. Pero, estos últimos días, estaba tan cansado que no podía ni pensar, y me entretuve "coloreando". El amarillo es el color de la medicina. En realidad debería ser un tono más oscuro, más dorado, que no conseguía reflejar aquí, y decidí quedarme con este amarillo "pollito", más suave, con toques broncíneos para crear contraste... Y, oye, al final ha acabado gustándome.

    Gracias, Lola.
    Muchos besos.

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  15. Efectivamente, querido Pedro, en aquellos tiempos, las lentes, eran artículos de lujo, que muy pocos sabían fabricar y no muchos podían poseer.

    El tema de las profesiones sanitarias de la época es complejo y apasionante. Se merece un estudio en profundidad (que, seguramente, ya se ha hecho pero desconozco... intentaré profundizar en ello). De cualquier modo, si pensamos en el escaso arsenal terapéutico de entonces, dejando aparte la cuestión de las mentalidades y otras, igualmente interesantes- la verdad, a mi me parecen admirables esos profesionales... ¡Y, sobre todo, los pacientes atendidos por ellos!

    Muchas gracias, amigo mío, y un fuerte abrazo.

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  16. Querido Francisco,
    há um tempo atrás fiz um "post" sobre esse belíssimo quadro (http://medicineisart.blogspot.com/2011/04/arterite-temporal-e-polimialgia.html), mas achei incrível seu enfoque particular às lentes. Parabéns pela criatividade. Abraços!

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  17. Llevaba una semana sin poder dedicarle un ratito a este blog. Siempre es un placer volver y encontrarse con tu agradable comentario, Renata. No conocía esa entrada tuya. ¡Se me había pasado! Gracias por mostrármela.
    "Um grande abraço!"

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  18. Gracias, Zulema, por tu presencia aquí.

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