Fotografía: Rafael Tarín Sánchez |
La imagen apenas necesita comentarios. Basta con leer el insuperable texto que acompaña a esa amable enfermera (por supuesto, debidamente recatada, como corresponde al lugar y a la época) mientras le ofrece una copita del famoso Licor 43 al paciente -seguramente convaleciente- con su manta sobre las piernas, su batín... y la corbata bien puesta.
Este pasmoso hallazgo se lo debemos a la curiosidad y perseverancia investigadora del estudiante de Medicina don Alfredo Luis Díaz Gómez, que ha tenido el detalle de cederla para este blog. La encontró en la cara interna de la contracubierta del número 109, de la revista Domus Medici, publicada en Madrid, en el primer trimestre de 1952.
Gracias don Alfredo.
¡Qué tiempos aquéllos, cuando los licores eran medicinales!
Ese mismo año se estrenaba la segunda versión (hay otra anterior, de 1927) de la película La hermana San Sulpicio, de Luis Lucia. A continuación, podemos ver las escenas finales, en las que intervienen Jorge Mistral, en el papel del doctor Ceferino Sanjurjo; Manuel Luna, como el sacerdote don Sabino; la sin par Carmen Sevilla, haciendo de Gloria Alvar González, antes Hermana San Sulpicio; y un "angelito" en funciones de Cupido cuyo nombre desconozco... En las imágenes no se ve una copa, ni un cigarrillo -como si fuera ahora- pero tampoco un beso. Era la España de 1952.
No me extraña. Si se ha visto publicidad de galenos aconsejando fumar(!!) como no ibamos a ver otra aconsejando pegarse un buen lingotazo, jejejeejeeje
ResponderEliminarCuriosos los anuncios de remedios para todo tipo de males que circulaban en otros tiempos. Me vienen a la mente los mercachifles que iban de feria en feria con sus carromatos intentando vender a los paisanos los remedios contra la caída del cabello, tónicos, y demás pócimas de dudoso resultado.
ResponderEliminarSaludos
Leyendo tu entrada me vienen a la mente los mercachifles que recorrían las ferias de los pueblos con remedios para todo y todos, desde cataplasmas, pasando por tónicos para el pelo hasta pócimas para devolver el amor. En fin, imagino que serían auténticos matarratas, ¡puaggg!
ResponderEliminarSaludos
En verdad la imagen no tiene desperdicio; enfermera peripuesta y enfermo encorbatado.
ResponderEliminarTiempos aquéllos, cuando los licores eran medicinales... y especialmente para los niños, como el Kina San Clemente para abrirles el apetito. Pero no quiero hacer crítica de tiempos pretéritos, porque ahora a muchos infantes se los atiborra de psicofármacos. Los tiempos mudan y las costumbres también.
Un reconstituyente abrazo.
Qué cosas, Francisco. Como dice José Manuel, a nosotros, en los setenta, las abuelas nos daban "Quitapenas" en preciosos vasitos de colores o nos echaban un chorreón de coñac en el café del desayuno antes del examen de piano, je , je.
ResponderEliminarBesos
La publicidad de esta época es muy interesante, usted nos ha traido un bonito ejemplo. Yo conservo algunas cajas de juanolas de pricipios de siglo y de licor del polo, ya sólo las cajas eran un pedacito de arte.
ResponderEliminarGracias por su entrada, un saludo.
Me llama la atención la composición del licor... y la imagen no se queda atrás, muy gratificante el hecho de que esta imagen se atraviese ante la mirada de un estudiante, creo que de esa forma el resultado de esta entrada es más provechoso... saludos!
ResponderEliminarPor supuesto, Lorenzo. Camel, por ejemplo, enfocó su publicidad durante bastante tiempo, como "consejo médico". Hoy nos parece inconcebible. ¡Cómo cambian los tiempos!
ResponderEliminarUn abrazo, amigo.
Sobre "charlatanes", querida Carmen, existe una amplia bibliografía y algunas referencias pictóricas encantadoras (los cuadros de algunos pintores holandeses del siglo XVII, por ejemplo, me encantan).
ResponderEliminarSobre el tema, hay un blog cuyo enlace te dejo a continuación:
http://thequackdoctor.com/
Pero, la cuestión de las bebidas alcohólicas tiene sus matices...
Un saludo muy cordial, y muchas gracias por tus apreciados comentarios.
¡Tiempos aquéllos, amigo José Manuel! ¡Qué tiempos!
ResponderEliminarMe alegra que te haya gustado el anuncio. Y me has traído, también, antiguos recuerdos.
Aquí en Jerez, como supondrás, era costumbre dar una copita a los niños desde muy pequeños. Y, hubo más de uno que atribuía su longevidad a esa costumbre.
Hoy, por supuesto, ni se nos ocurre... Sin embargo, "las gotitas para dormir" sí que se usan -como bien señalas- y no sé yo, no sé yo...
Por mi parte, brindo contigo, con un buen vino, de tu tierra o de la mía.
Osea, Lola, que a ti también te daban eso... Pues, está claro que no te ha perjudicado. Como inteligente, no se puede ser más, y como buena persona tampoco.
ResponderEliminarMuchos besos.
Gracias, Pedro. Y enhorabuena por conservar esos "pedacitos de arte".
ResponderEliminarUn abrazo.
¡Qué alegría, Toño! Se te echaba de menos...
ResponderEliminarSí, el hallazgo fue de nuestro compañero Alfredo, que ha sido tan amable de cedérnoslo. Seguro que ambos tendríais mucho que comentar.
Un abrazo.
La publicidad retrata siempre los vaivenes de las crisis, los momentos por los que pasan los países para vender sus mercancías, el ingenio y la creación de quienes quieren colocar sus productos. Te copio algunos anuncios auténticos que reproduzco en una novela mía aún sin publicar: "El vigorizador eléctrico del doctor McLauglin reedifica a los hombres decaídos, restaura la juventud y la humanidad, haciendo al hombre parecer y sentirse fuerte, cura toda clase de reuma, debilidad nerviosa, padecimientos del estómago, riñones, hígado, dolores de espalda, ciática, pérdidas vitales y todas clases de debilidad, tanto en hombres como en mujeres, este vigorizador no fracasa ni puede fracasar su tratamiento, no confundir el vigorizador eléctrico con los antiguos y fracasados cinturones, doctor McLauglin, calle de Sevilla 12 y 14, entresuelo, Madrid" ; "La mejor tintura progresiva es La Flor de Oro, usando esta privilegiada agua nunca tendréis canas ni seréis calvos; la Flor de Oro es la mejor de las tinturas para el cabello y la barba, no mancha el cutis ni ensucia la ropa. La Flor de Oro no contiene nitrato de plata, y con su uso el cabello se conserva siempre fino, brillante. La Flor de Oro es la única tintura que a los cinco minutos de aplicada puede rizarse el cabello y no despide mal olor, de venta en principales perfumerías y droguerías de España, al por mayor en señores Martín y Durán y señores Martin, Velasco y Conpañia"...
ResponderEliminarPublicidad de otros tiempos.
Podríamos seguir...
Saludos afectuosos.
Es un privilegio para este blog, querido José Julio, que hayas tenido la gentileza de compartir con sus lectores, en primicia, estos anuncios que reproduces en esa próxima novela que ya estoy deseando ver en las librerías. El del "vigorizador eléctrico", por la parte que me toca, me ha dejado anonadado... Y me viene a la memoria ahora, de cuando estudiaba para mi Tesis la prensa del XIX, otro, muy distinto, por su simplicidad. Era frecuente, entonces, que se anunciaran señoras para emplearse como nodrizas, y me llamaban la atención algunas que, a su nombre propio y modo de contacto, sólo añadían una palabra: "serrana". Como un buen jamón o un buen queso, no hacía falta más para garantizar la calidad de su leche. Éstas sí que eran de confianza.
ResponderEliminarUna vez más, gracias, y un fuerte abrazo.
Olá Francisco,
ResponderEliminarpassei pra deixar um abraço e parabeniza-lo pelos ultimos "posts" de seus blogs. A escassez de tempo este ano me fez abandonar o "blogspot", mas sempre que posso visito e aprecio seus textos! beijos
Gracias, Renata. Siempre es un placer recibirte.
ResponderEliminarAprovecho la ocasión para felicitarte, también, por tus últimas entradas.
"Beijos."