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Francisco de Goya y Lucientes (1746-1828). María Josefa de Borbón y
Sajonia, infanta de España (1800). Detalle
Óleo sobre lienzo. 72 x 59 cm. (Cuadro completo)
Museo Nacional del Prado. Madrid |
Por segunda vez, el rostro de la infanta María Josefa de Borbón abre una entrada de este blog. La primera fue el pasado 3 de abril de 2011, cuando me hacía eco de lo planteado en una publicación norteamericana acerca del posible melanoma que Goya habría pintado en la sien derecha de la infanta. Dicho planteamiento no parecía descabellado sabiendo que María Josefa falleció año y medio después, sin que se conozca la causa; y sobre todo si, en vez de ver la imagen inicial, tomada del estudio al natural, pintado en Aranjuez en mayo de 1800, que Goya realizó de la infanta (según se dice, tuvo que pintar a cada personaje por separado, por deseo de la reina María Luisa) se ve su retrato en el propio cuadro de La familia de Carlos IV, que se se muestra a continuación.
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Francisco de Goya y Lucientes (1746-1828). La familia de Carlos IV (1800)
Óleo sobre lienzo. 280 x 336 cm.
Museo Nacional del Prado. Madrid
(Pulse sobre la imagen para ampliarla) |
En el cuadro, Goya sitúa a la infanta María Josefa en segunda fila (el mismo lugar que ocupó en la historia), en el grupo de la izquierda, detrás del príncipe de Asturias, futuro Fernando VII, y de una joven no identificada (que debería representar a la que fuera esposa del anterior), y sólo delante de donde el pintor, modestamente, se coloca a sí mismo. Si se fijan en la mancha oscura que aparece sobre la sien derecha de la infanta, no es extraño que alguien pueda pensar que se trata de un tumor. Y si ese alguien es médico, puede pensar en un melanoma, del tipo lentigo maligno o, más aún, en una queratitis seborreica.
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Detalle del cuadro anterior |
Pero Goya ya había pintado antes esas "manchas". Por ejemplo, en la sien izquierda de la reina María Luisa de Parma, la esposa de Carlos IV, en 1789 y 1790.
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Francisco de Goya y Lucientes (1746-1828). La reina María Luisa con tontillo (1789)
Óleo sobre lienzo. 205 x 132 cm.
Museo Nacional del Prado. Madrid
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Francisco de Goya (1746-1828). María Luisa de Parma, reina de España (1790)
Óleo sobre lienzo. 127 x 94 cm.
Museo Nacional del Prado. Madrid |
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Detalle del cuadro anterior
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Antes aún, en 1797, se puede ver lo mismo, justo donde acaba la ceja derecha, en este retrato de doña María del Pilar Teresa Cayetana de Silva y Álvarez de Toledo y Silva-Bazán, XIII duquesa de Alba por derecho propio.
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Francisco de Goya (1746-1828). Cayetana de Silva y Álvarez de Toledo,
Duquesa de Alba, cuadro conocido como La duquesa de Alba vestida de negro (1797)
Óleo sobre lienzo. 210 x 149 cm.
The Hispanic Society. Nueva York
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Detalle del cuadro anterior |
Porque lo que Goya pintó en los rostros de la infanta, la reina y la duquesa, no eran tumores, sino lunares postizos. Y no lo digo yo, lo dice la doctora Olga Marqués Serrano, que de esto sabe mucho:
"Esta mancha ha sido muchas veces interpretada erróneamente como una queratosis seborreica, pero se sabe que era una moda, un parche realizado en terciopelo o seda negra que llevaban como adorno en la sien y parece que a veces usaban para aliviar el dolor de cabeza".(1)
Y lo digo ahora porque entonces, cuando se publicó aquella entrada, en abril del año pasado, mi amiga Carmen Cascón Matas, como buena historiadora y fina observadora que es, en su comentario apuntaba que, seguramente, lo que Goya pintó en el rostro de María Josefa de Borbón era uno de esos lunares postizos. Y yo me quedé pensando... Reconozco que me equivoqué. ¡Hay que tener mucho cuidado con estas cosas!
En fin, como homenaje a don Francisco de Goya, y con mi agradecimiento a Carmen Cascón, a quien le dedico esta entrada, nos despedimos por hoy con imágenes de la obra del genio de Fuendetodos y música de Boccherini.
BIBLIOGRAFÍA
(1) MARQUÉS SERRANO, Olga (2009): La piel en la pintura. Madrid, Reprofot: 192.