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13 de agosto de 2011

Pavlov en el quirófano


Ilya E. Repin (1844-1930). El cirujano Evgeny Vasilievich
Pavlov en la sala de operaciones
(1888).
Óleo sobre lienzo. 27,8 x 40,3 cm.
Galería Estatal Tretiakov, Moscú

Decir Pavlov, para los que hemos estudiado alguna vez fisiología o psicología, es pensar inmediatamente -como si de un reflejo condicionado se tratase- en el célebre científico ruso Ivan Petrovich Pavlov (1849-1936) y sus experimentos con perros, que sirvieron para establecer la teoría conocida como condicionamiento clásico, que posteriormente aportaría parte del fundamento teórico del conductismo, y para que le concedieran el Premio Nobel de Medicina en 1904.


Pero, aunque algunos sitios de Internet -equivocadamente- le otorguen incluso el protagonismo de este cuadro, Ivan Petrovich no es el único Pavlov cuyo nombre merece ser recordado. Hubo -y sigue habiendo- otros, entre ellos el que realmente aparece en la pintura de Ilya Repin que ahora vemos, el cirujano Evgeny Vasilievich Pavlov. Lamentablemente, hasta ahora no he podido conseguir sobre Evgeny Pavlov más datos, ni en los libros de Historia de la Medicina que manejo, ni en Internet -a pesar de que la búsqueda de su nombre nos remita a la Enciclopedia de San Petersburgo-, que su probable relación con el Hospital Municipal Mariinskaya, un "hospital para pobres", como lo eran la mayoría de los hospitales europeos -por no decir todos- hasta la creación de los modernos servicios públicos de salud(1); aunque un buen número de esos hospitales nos sorprendan por su extraordinaria belleza arquitectónica.


Es posible que nunca hubiera tenido noticia de la existencia del cirujano Evgeny Vasilievich Pavlov, por mucha fama que hubiera llegado a adquirir en su momento, si no fuera porque Ilya Repin pintó para la posteridad una de sus intervenciones quirúrgicas.


El pintor parece estar presente en la sala de operaciones y, desde su rincón, sin molestar, nos muestra a doce sanitarios, seis hombres y seis mujeres, en plena labor. Del paciente se ve poco: una pequeña parte de ambos miembros inferiores, sujetos cada uno por un ayudante, y algo -casi nada- de la cara. Está anestesiado(2). El artista oculta deliberadamente -así lo creo, al menos- lo más desagradable de la operación. Pero no cabe duda de que se trata de una intervención traumatológica. Médicos, enfermeras y auxiliares cumplen atentamente con sus respectivas funciones en el equipo quirúrgico. En silencio. Un silencio que se percibe interrumpido, tan solo, por los golpes secos del mazo sobre el escoplo o el cincel que, como un carpintero o un escultor, Pavlov, en el centro de la imagen, aferra en sus manos. El mobiliario, el pavimento, los accesorios, la indumentaria, son los propios de la época y el lugar. Otra cosa me llama especialmente la atención: la luz. No hay lamparas como las que podemos encontrar en nuestros quirófanos actuales. La luz natural que penetra en la sala a través de un ventanal es la que dota a la escena de su limpia claridad.


Como homenaje al poco conocido cirujano Evgeny Vasilievich Paulov y a todos sus colaboradores, acabamos con el popular Vals de las Flores, de la suite El Cascanueces, que su compatriota y contemporáneo Tchaikovsky compuso tres o cuatro años después de que Repin pintara aquella operación. En esta versión, Miguel Guerra dirige la Orquesta Sinfónica de Radiotelevisión Española. Contrasta la delicadeza de este vals con la dureza de una intervención como la representada en el cuadro; pero no debe haber mucha diferencia entre la sincronía de los músicos y la de aquel equipo quirúrgico.


NOTAS
(1) Con antecedentes más próximos en los valetudinaria del ejército romano que en los asclepiones griegos, pero con una mentalidad nueva, los hospitales nacen en los monasterios fundados por San Basilio, en Oriente, y San Benito, en Occidente, entre los siglos IV y VI, siguiendo los principios cristianos de la caridad y el amor al prójimo, para asistir a los pobres y enfermos "como si del mismo Cristo se tratase", para curar -si era posible- o para ayudar a "bien morir" cuando fuera necesario. Lógicamente, no siempre ni en todas partes, el trato recibido por esos pobres y enfermos sería el ideal. Pero, lo cierto es que, durante mucho tiempo, sólo la Iglesia se ocupó de los más necesitados. Mucho después, el poder político, la realeza, instituyó sus primeros hospitales; y más tarde aún, la naciente burguesía, abriría los suyos a cargo, sobre todo, de las arcas municipales. Ya en el siglo XIX, con los avances de la medicina y los inicios de la Salud Pública comienza un nuevo modo de atención sanitaria. Es curioso que el primer "seguro de enfermedad" fue creado en Alemania, en 1883, por Bismarck.
(2) La anestesia, el control de la hemorragia o hemostasia y la antisepsia de Lister, a partir de la segunda mitad del siglo XIX, permitirían el desarrollo de la cirugía, para que alcanzara el nivel que nunca antes había podido tener.

12 comentarios:

  1. ¡Querido Francisco! Acabo de llegar y me encuentro con este cuadro precioso (y un poco inquietante también....) Veo que tengo lectura para rato pero intentaré ponerme al día cuanto antes. Estoy deseando reiniciar la actividad bloguera.
    Muchos besos!

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  2. Ver la escena del lienzo da pavor. Primero por la violencia en la colocación en el cuerpo, tumbado, con las piernas sujetas por varias personas, elevadas en el aire. Segundo por la actitud del cirujano con un mazo en el aire, dispuesto a caer sobre el paciente. Y en tercer lugar el silencio, ese silencio interrumpido en nuestro cerebro por el golpe en el hueso... Da repelús.

    Saludos

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  3. Confieso haber caído en la inocente trampa. Al leer el título pesé (muy ingenioso lo de "como si de un reflejo condicionado se tratase") en el célebre fisiólogo Iván Pavlov, sobre el que leí, por cierto, un bonito resumen de su trabajo en el libro "Los Diez Experimentos Más Hermosos de la Ciencia" (aquél que recomendó el Profesor Fernández de la Gala en su último seminario y que no dudé en comprar) .

    Me introduje de lleno en la lectura cuando de repente mi interés se transformó en pura curiosidad al descubrir que no se trataba de la misma persona. ¡Qué grata sorpresa!.

    Brillante, tanto por la entrada como por la música.

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  4. Realmente dura la actuación del equipo quirúrgico, como para salir por piernas de la mesa de operaciones. Supongo, querido Francisco, que se trata de una intervención traumatológica, ya que sobresale el jefe del equipo con martillo y escoplo.
    Veraniegos saludos

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  5. Repin es un gran pintor al que he seguido muchas veces y este texto profundiza una vez más en temas apasionantes para la medicina.
    Afectuosos saludos

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  6. También yo acabo de volver, Lola, de París. Me acordé de ti especialmente cuando me encontré ante el impresionante edificio de la Ópera...
    Pero ha sido muy agradable regresar y encontrarme aquí, de nuevo, con los buenos amigos.
    Un beso grande.

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  7. Es verdad Carmen: el cuadro da "repelus". Menos mal que Repin tuvo el detalle de no mostrarnos lo más "gore". De todas formas, pienso que -salvo que se tratara de una enfermedad maligna- lo más probable es que ese paciente sobreviviría y se recuperaría satisfactoriamente. Y no habría sentido dolor alguno durante la operación. Unos pocos años antes eso hubiera sido imposible.
    Muchas gracias por tu expresivo comentario y un cariñoso abrazo.

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  8. Me encanta tu comentario, Irene, tanto como reencontrarme contigo aquí. Y me alegra que siguieras la recomendación del Prof. Fernández de la Gala. ¡Seguro que disfrutarás con ese libro!
    Ya te contaré cosas sobre mi viaje a París. Sé que te gusta esa ciudad.
    Un beso.

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  9. Realmente, amigo José Manuel, la imagen provoca la idea de "salir por piernas", si se puede... No quisiera yo verme en esa situación, ni se la deseo a nadie, a pesar de haberle intentado explicar a nuestra amiga Carmen -en un comentario anterior- los beneficios de la operación. ¡La traumatología es muy dura!
    Un agosteño abrazo.

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  10. Muchas gracias, José Julio, por este comentario tuyo que tanto aprecio. Poco tiene que ver este cuadro con las imágenes de mariposas y la delicadeza de aquel antiguo autor chino que nos ofreces en tu entrada de hoy. Pero, sí, Repin es un pintor admirable, y todavía me quedan cuadros suyos que traer aquí.
    Un abrazo.

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  11. Precioso el cuadro.Supongo que lo que hacía ese equipo en esa época era tan sublime como muchas de las burradas que hacemos ahora vistas desde el futuro, lo que pasa es que a veces no queda otra.
    La luz: la de los blancos/azules que se filtran por amplios ventanales cuando hay una nevada importante y al día siguiente luce el sol. Un espectáculo.

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  12. Ante todo, xrisstinah, te pido perdón por la demora en responderte. Estos últimos días, coincidentes con mi reincorporación al trabajo, me tienen todavía algo desubicado...
    Veo que a ti, como a mí, ha sido esa clara luz blanquiazulada la que más nos ha impresionado. Es de agradecer que Repin nos evite la sangre y -perdón por la palabra- la "casquería". No obstante, doy gracias a Dios por los avances de la cirugía en los últimos tiempos (acabo de ver, en un museo, litotomos o sondas gástricas que eran auténticos instrumentos de tortura. Ruego por el constante desarrollo de las técnicas quirúrgicas, y del material que se emplea en ellas, para cuando me toque... ¡Qué sea tarde y, a poder ser, que nunca sea!
    Muchas gracias por tu apreciado comentario, y un afectuoso abrazo.

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