En estos días de noviembre resulta inevitable pensar en la muerte. Y creo que conviene hacerlo... Pensando en ella me vino a la memoria este cuadro que Enrique Simonet pintó en 1887. Es una obra sublime, técnicamente perfecta y cargada de emotividad. Pero, también, da pie a la reflexión...
"Memento mori" le repetían continuamente al oído a los generales romanos victoriosos mientras desfilaban celebrando su "Triunfo". Nadie se lo dijo, seguramente, a la joven -una prostituta ¿quizás?- que yace sobre la fría losa de mármol. Su evidente belleza desaparecerá. Su vida ya es pasado. Y el viejo médico, contemplando el órgano que tiene es su mano, se queda absorto, pensando... "¡Y tenía corazón!".
Para más información sobre la vida y la obra de Enrique Simonet Lombardo, véase el extracto de la revista Jábega, publicado por el Centro de Ediciones de la Diputación de Málaga (CEDMA). Y, sobre el cuadro, el comentario que le dedica el Portal de Museos de Andalucía.
Si que da pie a la reflexión, y mucho.
ResponderEliminarNo conocía el cuadro y me ha impresionado el fuerte contraste que refleja en todo, (la juventud y la vejez, la vida y la muerte, la luz y las sombras...) y ese corazón en la mano que lo preside todo.
La música, como siempre, muy apropiada para la entrada.
Un fuerte abrazo.
Trágico pero bello cuadro, merecedor de la raveliana Pavana.
ResponderEliminarSobran las palabras, querido Francisco; basta el corazón para sentir que no somos nada.
Un sentido abrazo.
El lienzo pone los pelos de punta. Sin duda se trata de un cuadro que podría integrarse dentro del gusto por el naturalismo y la pintura social.
ResponderEliminarUn saludo
Amigo, Francisco. Querido Dr., una obra maestra. Una vez más hace que me retuerza de satisfacción y deleite ante tanta hermosura. El corazón, mi punto débil. Una vez le pregunté a mi cirujano cardiaco cómo es un corazón y me dijo: —No hay nada más bello. El órgano de la multitud de interpretaciones. La máquina perfecta que nos hace vivir, sentir, amar y toda conjugación de verbos impronunciables. El bueno de Simonet se hace la misma pregunta que el patólogo; anonadado ante semejante prodigio. Un fuerte abrazo
ResponderEliminarEl cuadro casi hace el efecto de ser una fotografía. Es impresionante.
ResponderEliminarTan real como la seguridad de que el fin a todos nos llega. Un saludo.
Es un cuadro maravilloso y sobrecogedor, querido Francisco. De Ravel, qué te voy a decir; ya sabes cuánto me gusta. Todo da mucho que pensar, es cierto.
ResponderEliminarY tras la reflexión, te mando un abrazo... de corazón.
Besicos.
Curiosamente yo también he reflexionado sobre la muerte estos últimos días y acabo de leer este breve, pero profundo texto sobre tan maravilloso cuadro (el cual no conocía).
ResponderEliminarPoco más se puede añadir. Simplemente magnífico.
Como siempre, gracias por enseñarme tanto, dentro y fuera del aula.
Un abrazo.