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27 de febrero de 2011

Sorolla y Simarro (1897)


Joaquín Sorolla (1863-1923). Una investigación o el doctor Simarro en el laboratorio (1897)
Óleo sobre lienzo. 122 x 151 cm.
Museo Sorolla. Madrid

El 27 de febrero de 1863 nació en Valencia uno de los más grandes pintores de la historia del arte y, sin duda, uno de los que más sinceramente admiro: Joaquín Sorolla y Bastida.

Como modesto homenaje personal, en este aniversario, transcribo a continuación un texto de Antonio del Moral (2002), publicado en El rincón de la Ciencia, relativo a uno de los tres cuadros que dedicó Sorolla al doctor Luis Simarro Lacabra (1851-1921), valenciano como él (aunque nacido en Roma), amigo, y una de las más grandes figuras de la medicina española de la época:

"El siglo XIX ha pasado a la Historia por su enorme cantidad de acontecimientos decisivos que han conformado nuestra contemporaneidad. Entre ellos, la revolución científica y médica sin la cual resulta imposible explicar la Segunda Revolución Industrial, el avance de la tecnología y el crecimiento demográfico de Europa. Y, en este contexto, el médico fue observado como un personaje que, por su profesión y talante, debía representar no sólo la Ciencia sino, en general, el Progreso. Las Artes, especialmente la pintura, ayudaron a afianzar esta idea.


De esta manera, el más popular y genial pintor del impresionismo español, Joaquín Sorolla, pintó en Madrid una escena del laboratorio del doctor Luis Simarro, valenciano como el artista, amigo y médico de su familia, además de uno de más importantes estudiosos de la neurohistología y la psicología experimental. En este lienzo [...], realizado en 1897, se aprecia al protagonista trabajando, precisamente, en una preparación histológica. En primer término, un gran frasco de bicromato potásico, con su llamativo color, producto básico del método de tinción cromoargéntica que había enseñado el doctor a otro gran científico español, Ramón y Cajal. El color del bicromato potásico, que era muy característico, dominaba en las micrografías de preparaciones con el método cromoargéntico y también en los correspondientes dibujos y pinturas. Junto a la mesa, asimismo en primer plano, el pintor situó un microtomo Leitz, el mejor de la época, con el que trabajaban los alumnos de Simarro y, asimismo, Cajal. Rodeando a su maestro, los discípulos de su primera etapa docente, a los que seguirían, con el tiempo, otros más famosos como Nicolás Achúcarro y Gonzalo Rodríguez Lafora.


La principal fuente lumínica de la composición es la potente luz de una lámpara de mesa, que facilita la penumbra envolvente de los discípulos del doctor, vestidos de oscuro, todo lo cual facilita el realce de la figura de Simarro, enfundado en una bata blanca. Al fondo, una estantería de frascos y botes, objetos que también aparecen sobre la mesa, los cuales confirman al espectador que se encuentra ante una escena de laboratorio. Como en el resto de los cuadros de finales de siglo, Sorolla logró romper con energía con los colores apagados y sucios para dar paso a la luz, acompañada de una serenidad clásica en los rostros de sus personajes. En la escena, el espectador se transforma en uno más de los discípulos del científico, desea observar más cerca al maestro y mantiene el mismo respetuoso silencio que los demás componentes del cuadro, esperando escuchar la lección magistral.


Sorolla, como Madrazo, pintó a la mayor parte de las figuras representativas de la intelectual[idad] del momento en la vida española: Galdós, Echegaray, Baroja, Benavente, Ricardo León, Menéndez y Pelayo, Azorín, la Pardo Bazán, Torres Quevedo... y, naturalmente, a médicos como Marañón, Cajal y Simarro.


Este lienzo fue seleccionado para ser exhibido en la Exposición Nacional de Bellas Artes, celebrada en Madrid en 1897, y en las internacionales de Munich en 1906, Berlín, Colonia y Düsseldorf en 1907, Londres en 1908 y Roma en 1911, donde Sorolla demostró que, nuevamente y desde el siglo XVI, la pintura española se encontraba entre las mejores del mundo.


En la obra de este vigoroso artista, que encierra con su nombre y su obra una lenta crisis ascencional del arte hispánico del siglo XIX, reconocemos, junto a otras cualidades precisas y concretas de pintor de raza, el don que sólo es otorgado a los que llegan a expresar en sus creaciones algo más que una mera potencia de ejecución. Ese don y ese mensaje sólo transmitido por los grandes artistas y que desciframos en las obras de Sorolla, es la concreción plástica de una singular visión del mundo y del hombre."

Bibliografía:
MORAL, Antonio del (2002): "Una investigación o el doctor Simarro en el laboratorio (Sorolla)". El rincón de la Ciencia, 16. [Disponible en: http://centros5.pntic.mec.es/ies.victoria.kent/Rincon-C/Arte/Sorolla/Sim.htm; consultado el 27 de febrero de 2011].

Enlaces de interés:
Blog dedicado a Joaquín Sorolla.
FRESQUET, José Luis (2011): "La noticia del fallecimiento de Simarro en 1901". Medicina, Historia y Sociedad. [Disponible en:  http://historiadelamedicina.wordpress.com/2011/03/03/la-noticia-del-fallecimiento-de-simarro-en-1921/; consultado el 4 de marzo de 2011].
GARCÍA-ALBEA, Enrique (2001): "Luis Simarro: precursor de la Neurología española y Gran Maestre de la Masonería". Rev. Neurol., 32, 10: 990-993. [Disponible en:  http://www.neurologia.com/pdf/Web/3210/k100990.pdf; consultado el 27 de febrero de 2011].
TEIXIDÓ GÓMEZ, Francisco (2008): "Luis Simarro Lacabra (1851-1921)". Los biólogos españoles. [Disponible en: http://citologica.org/fteixido/136/luis-simarro-lacabra-1851-1921/; consultado el 27 de febrero de 2011].

Actualizado el 4 de marzo de 2011.

13 de febrero de 2011

El inusual retrato del Doctor Pozzi


John Singer Sargent (1856-1925). Dr. Samuel Jean Pozzi at Home (1881)
Óleo sobre lienzo. 202,9 x 102,2 cm.
The Hammer Museum (UCLA), Los Angeles, CA (USA)

Médico de reconocido prestigio, como cirujano general y -sobre todo- como ginecólogo: con razón se le considera "el padre de la ginecología francesa". Antropólogo. Coleccionista de antigüedades. Voluntario del ejército francés en la Guerra Franco-Prusiana y en la Primera Guerra Mundial. Amigo de intelectuales y artistas. Participante en las más variopintas actividades del París de finales del siglo XIX y principios del XX. Político. Y -según algunos de los que le conocieron y de quienes han escrito sobre él- amante excepcional. Nadie podría haber sido el protagonista de uno de los cuadros más famosos del gran retratista John Singer Sargent (1856-1925), como lo fue el Doctor Samuel Jean Pozzi (1846-1918), al que Sarah Berhardt (1844-1923) llamaba "Doctor Dieu".


Samuel Jean Pozzi nació el 3 de octubre de 1846 en la pintoresca localidad de Bergerac, al sudoeste de Francia. Tras completar sus estudios preliminares en Pau y Burdeos, Pozzi empezó a estudiar medicina en París, en 1864. Participó como voluntario en la Guerra Franco-Prusiana (1870-1871) y volvió luego a sus estudios para doctorarse, en 1873, con una disertación sobre el tratamiento de las fístulas pararectales que ganó la Medalla de Oro de la Facultad de Medicina de París. Dos años después llegó a ser profesor de esa misma Facultad, presentando para obtener la plaza otra tesis sobre la histerectomía en el tratamiento del fibroma uterino. En 1876, en un congreso de la British Medical Association, Pozzi conoció a Joseph Lister (1827-1912), y se convirtió en uno de sus más firmes partidarios, introduciendo la antisepsia en los hospitales de su país y escribiendo el primer texto francés sobre la materia: Quelques observations a propos du pansement de Lister appliqué aux plaies d'amputation et d'ablation de tumeurs. En 1884, Pozzi consiguió la primera Cátedra de Ginecología de la Facultad de Medicina de París, haciendo de la ginecología una especialidad independiente de la medicina y la cirugía. La más importante de sus más de cuatrocientas publicaciones médicas, el Traité de Gynécologie Clinique et Opératoire, editado en París, en 1890, se tradujo enseguida a seis idiomas, consagrándolo como uno de los ginecólogos más importantes de su época a nivel mundial, la gran figura de la medicina francesa en Europa y América.


Por entonces, Pozzi ya era también en uno de los personajes más conocidos de Francia, incluso se vendían reproducciones de su retrato por las calles de París. Y, a sus indiscutibles méritos profesionales, unía su fama de conquistador irresistible. La actriz Sarah Bernhardt, quien -según diversas fuentes consultadas- durante un tiempo fue su amante -y no la única- pero siempre fue su amiga, y que sólo consintió que fuera él quien la operara cuando hubo que extirparle un quiste ovárico en 1898, le llamaba "Doctor Dieu".


En realidad, a Samuel Jean Pozzi se le puede considerar un hombre de mentalidad renacentista. Además de desarrollar una exitosa carrera médica, participaba activamente en la intensa vida social de París y llevaba a cabo múltiples actividades. Junto a Rene Benoit publicó una traducción al francés del libro de Charles Darwin Expresion of Emotions in Humans and Animals. En 1888 se le nombró presidente de la Sociedad Francesa de Antropología, sociedad de la que era miembro desde 1870. Viajó por todo el mundo adquiriendo monedas y antigüedades griegas y romanas, de las que era un gran coleccionista. Con Emile Zola, desempeño un importante papel en la defensa de Alfred Dreyfus. Mantuvo una buena amistad con su colega, el doctor Adrien Proust, cuyo hijo Robert, que era ginecólogo, fue ayudante de Pozzi; mientras que su otro hijo, Marcel Proust, llegó a ser uno de sus más íntimos amigos, lo mismo que el poeta Robert de Montesquiou. En 1898, fue elegido senador por su circunscripción natal, participando así también en la política nacional.


La muerte de Pozzi fue tan novelesca como, en muchos sentidos, lo había sido su vida. Según la que, para nosotros, es su mejor biógrafa, la doctora Caroline de Costa, el 13 de junio de 1918, Pozzi fue asesinado en su consulta por un paciente alienado, Maurice Machu, a quien había operado anteriormente de un varicocele y creía, falsamente, que esa operación le había dejado impotente. Machu quería que volviera a operarlo, para devolverle su virilidad, y cuando el doctor se negó a hacerlo le disparó tres tiros en el abdomen y luego se suicidó. Pozzi no falleció instantáneamente. Hubo tiempo para que algunos de sus amigos acudieran a su lado, incluido el primer ministro, Georges Clemenceau (que también era médico y periodista), y para trasladarlo a un hotel cercano, donde uno de sus discípulos, el doctor de Martel, se haría cargo de la intervención quirúrgica. Pozzi, rehusó la anestesia general, ordenando una infiltración local, decidido a dirigir la operación. Pero no pudo resistir mucho más. Sólo tuvo tiempo, antes de morir, para pedir que se le enterrara con su uniforme militar en el cementerio de Bergerac, su ciudad natal. Algunos días después, Marcel Proust escribía a un amigo común: "Mi dolor es muy profundo [...]. Pienso en su bondad, su inteligencia, su talento, su belleza, en como lo he venerado constantemente..."


Estos han sido algunos retazos de la vida y la muerte de un hombre que en 1881, en la plenitud de sus treinta y tantos años fue retratado por un pintor diez años más joven, pero que ya tenía un nombre hecho en los ambientes artísticos, y llegaría a convertirse en uno de los artistas más importantes de su tiempo: John Singer Sargent.  Entre el médico y el pintor surgió una amistad sin final. El cuadro impresiona, y no sólo por sus más de dos metros de altura. Sargent, por entonces muy influenciado precisamente por la luz y el color de la pintura española, sugirió a su amigo un atrevido y provocativo retrato que nada tendría que ver con los tradicionales retratos de médicos en el siglo XIX, caracterizados por sus serios y típicos tonos oscuros. Y Pozzi se prestó a ello. Es una explosión de rojo, de pasión... Fondo rojo y rojo en esa bata de estar en casa cubriendo su camisa de dormir, blanca, romántica, "byronesca"; de la que sólo se escapan una adornada zapatilla -por abajo-, la gentil cabeza enmarcada por unos negros cabellos y bien recortada barba negra -por arriba-, y las manos... Esas manos finas, delicadas, del ginecólogo que proponía la exploración bimanual del aparato genital femenino. La izquierda, enredando en el cinturón de la bata, del que penden dos enormes borlones en su parte central. La derecha, en la que se entiende como una posición de sinceridad, apoyada en el pecho, sobre el corazón -un gesto habitual en los retratos de nobles de los siglos XVI o XVII- pero que aquí, en vez de completamente abierta, se muestra con el dedo índice doblado, indicando -según Sutcliffe- que en este seductor "Don Juan", quizá, la sinceridad no era su cualidad más evidente.


El cuadro Dr. Pozzi at Home fue propiedad de la familia Pozzi hasta 1967, cuando fue adquirido por Armand Hammer para su colección privada. Hoy se puede contemplar públicamente, y dejarse seducir por él, en el Hammer Museum (UCLA), en Los Angeles, California.


Bibliografía:
COSTA, Caroline de y MILLER, Francesca (2007): "Sarah Bernhardt's 'Doctor God': Jean-Samuel Pozzi (1846-1918)". Australian and New Zealand Journal of Obstetrics and Gynaecology. 47, 5: 352-356.
COSTA, Caroline de (2009): "Sarah Bernhardt's Doctor God". En: The Life & Work of Samuel Pozzi (1846-1918). [Disponible en: http://www.doctorpozzi.com/index.php/published-articles; consultado el 13 de febrero de 2011].
SCHATZKI, Stefan C. (2008): "Doctor Pozzi at Home". American Journal of Roentgenology, 191: 294. [Disponible en: http://www.ajronline.org/cgi/reprint/191/1/294; consultado el 13 de febrero de 2011].
SUTCLIFFE, Adam (2001): "Doctor Vagina 'Doctor Pozzi at Home'. A blatant despiction of a morally-corrupt soul". En: WALLACE, Natasha (Dir.) John Singer Sargent's Virtual Gallery. [Disponible en: http://jssgallery.org/Essay/Dr_V/Dr_v.htm; consultado el 13 de febrero de 2011].


Enlaces de interés:
JSS Gallery
The Life & Work of Samuel Pozzi (1846-1918)

6 de febrero de 2011

Gerrit Dou y la uroscopia


Gerrit Dou (1613-1675). El Médico (1653). Detalle
Kunsthistorisches Museum. Viena


Durante mucho tiempo -sobre todo en la Edad Media, el Renacimiento y el Barroco- la uroscopia, definida por el Diccionario de la Lengua Española como la "inspección visual y metódica de la orina, antiguamente usada para establecer el diagnóstico de las enfermedades internas", fue el procedimiento más utilizado en medicina para determinar los padecimientos del paciente; hasta tal punto que los pintores holandeses del siglo XVII la representaron en múltiples ocasiones como símbolo por excelencia del acto médico.

Gerrit Dou(1) fue uno de esos pintores holandeses del Barroco, que nació en Leiden, el 7 de abril de 1613, y falleció en la misma ciudad el 9 de febrero de 1675, a los 61 años de edad. El primer maestro de Dou fue su propio padre, un grabador de vidrio. Luego fue aprendiz con otros artistas locales, un grabador de cobre y un pintor sobre cristal. En 1628, con 15 años, se convirtió en el primer discípulo de un joven Rembrandt, que entonces contaba tan sólo 22 años de edad. Con Rembrandt se formó durante tres años, y de él adquirió algunas de sus habilidades más características, como el exquisito uso del color y la forma de plasmar los más sutiles efectos del claroscuro.

Desde que Rembrandt se trasladó a Amsterdam, en 1631, Gerrit Dou se convirtió en el pintor más importante de Leiden; una ciudad que, además de por su famosa universidad, destacaba por ser el principal centro productor de arte al gusto de la época. Al principio de su carrera, Dou, realizó algunos retratos; pero estos fueron disminuyendo gradualmente, ya que los retratados eran reacios a darle el tiempo que él consideraba necesario para realizar sus obras. Cuentan que podía tardar cinco días en pintar una mano. Puede que algo influyera su formación infantil, trabajando cuidadosamente un material tan delicado como el vidrio; pero, posiblemente -aunque esto no lo pueda afirmar- fuera el propio carácter del pintor, extremadamente minucioso, hasta cierto punto obsesivo con el orden y la limpieza, que esperaba -cuando se movía en su estudio- a que se depositara la última partícula de polvo antes de continuar pintando, y se fabricaba sus propios pinceles porque pensaba que nadie podía proporcionarle los que requería para ejecutar sus finas pinceladas, el que le hacía trabajar tan lento. Pocos pintores le han dedicado tanto tiempo, como él, a plasmar tan meticulosamente cada uno de los detalles de sus imágenes. Por todo ello, se especializó en obras de pequeño formato, con escasos personajes, y donde se reproducen los efectos de la luz (ya fuera luz natural, que entraba por una ventana, o la que podía producir la llama de una vela) como pocos lo han conseguido, con colores admirablemente frescos y transparentes, y un efecto general delicadamente armonioso. No obstante, a pesar de su característica minuciosidad, a Dou -que debió ser un trabajador infatigable- se le atribuyen más de doscientas pinturas, que se encuentran repartidas por las principales pinacotecas del mundo. Pintó variados temas; pero es conocido, fundamentalmente, por sus interiores domésticos, por lo general con pocas figuras, enmarcadas por una ventana o por las faldas de una cortina y rodeadas de libros, instrumentos musicales y otros objetos alusivos al tema que se representaba. Él y sus discípulos, como Gabriel Metsu y Frans van Mieris el Viejo, fueron conocidos como fijnschilders (que podemos encontrar traducido como "buenos pintores" o "pintores finos") por la pulcritud y el detallismo con que representaban sus escenas. Lo cierto es que Dou alcanzó gran fama en su época, fue próspero y respetado a lo largo de su vida y sus cuadros alcanzaron elevados precios; teniendo como clientes no sólo a la burguesía protestante holandesa, sino a monarcas y aristócratas como la reina Cristina de Suecia, Leopoldo Guillermo de Habsburgo, archiduque de Austria y conocido mecenas de las artes, Cosme III de Médici y el rey Carlos II que Inglaterra, que ofreció a Gerrit Dou el puesto de pintor en su Corte; pero éste prefirió seguir con su vida tranquila y ordenada en Leiden.

Entre los temas que más gustaban entonces, a juzgar por el gran número de cuadros en los que aparecen, se encontraban las escenas que representaban diversas actividades médicas; y, entre ellas, la de un médico practicando la uroscopia. Sólo entre Gerrit Dou y su paisano y contemporáneo (aunque trece años más joven) -y a la vez tan distinto en el modo de expresar su arte- Jan Steen (sobre quien tenemos mucho que hablar), llegaron a realizar cerca de veinte versiones de médicos uroscopistas.

En realidad, a través de los tiempos, los pintores han representado a los médicos en incontables ocasiones. A veces, mediante retratos con mayor o menor presencia de símbolos de la profesión; pero también, con frecuencia, mostrando escenas en las que se ejecutan distintas actuaciones diagnósticas o terapéuticas. Y, no por casualidad, una de las más representadas ha sido la uroscopia. Durante cientos de años, como hemos dicho antes, la inspección visual de la orina fue uno de los métodos diagnósticos más utilizados, si no el que más. Ya en los tratados hipocráticos se hace referencia a la utilidad del examen de orina para el diagnóstico de determinadas enfermedades. Pero, según los testimonios gráficos con los que contamos, podemos decir que la uroscopia va adquiriendo relevancia en la Edad Media y se sigue utilizando de manera generalizada durante el Renacimiento y el Barroco, e incluso bastante tiempo después. De modo que, para los artistas de la "edad de oro" de la pintura holandesa, en el siglo XVII, se trataba de la práctica distintiva del médico.

Las primeras representaciones conocidas de la escena uroscópica -según Amalia Pati- se encuentran en manuscritos médicos del siglo XII; aunque aparecen también en obras de distinta naturaleza, como breviarios y devocionarios. La misma escena se esculpe en algunas catedrales europeas, como la Catedral de Ruán, o se talla en las puertas del campanario de la Catedral de Florencia. Tampoco era raro "...ni se consideraba impropio, representar a Cristo como un uroscopista simbolizando, de este modo, sus superiores poderes curativos".(2) Pero nunca, hasta que lo hicieron los pintores barrocos holandeses, la escena había sido tan frecuentemente representada.


Entre las numerosas versiones que Gerrit Dou realizó de la escena uroscópica, una de las más conocidas y mi preferida es la que pintó en 1653, que actualmente se encuentra en el Kunsthistorisches Museum (Museo de Arte de Viena), y en la cual el pintor se retrata a sí mismo como médico. En el inicio de esta entrada se puede ver, en detalle, al pintor en su papel de médico, y a continuación se reproduce el cuadro en su totalidad.

Gerrit Dou (1613-1675). El Médico (1653)
Óleo sobre tabla. 49,3 x 36,6 cm.
Kunsthistorisches Museum, Viena

La escena se abre al espectador mediante un enorme arco con balcón (que Dou emplea con mucha frecuencia), decorado con una suntuosa cortina azul y relieves en la parte inferior. El médico, protagonista del cuadro, realiza una uroscopia observando atentamente la "matula", "...una vasija de vidrio de forma esférica en su parte inferior, con un cuello de grosor variable, que simulaba, en definitiva, la forma de la vejiga".(3) Delante de él cuelgan una alfombra ricamente bordada, una bacía de metal (como aquélla de barbero-sangrador que don Quijote usaba a modo de yelmo), un frasco de plata adornado con relieves, un libro con ilustraciones del esqueleto humano, seguramente una copia de De humani corporis fabrica, de Vesalio, que, por su estado, parece ser objeto de reiteradas consultas, "...y -como apuntan Vigué y Ricketts- un globo terráqueo medio velado por la cortina, símbolo de la alquimia, tenida por falsa ciencia. Estos elementos pretenden plasmar la amplitud y profundidad de los conocimientos de este médico, pero también la enorme capacidad del pintor para representar todas las cualidades materiales de los objetos".(4) Detrás, oculta en las sombras (la luz entra por una ventana situada a la derecha del médico), hay una mujer; quizá una sirvienta del médico, o de un paciente que ha enviado la orina para que la examine y determine la enfermedad que padece.


Pero existe otro cuadro, muy famoso, que no se puede dejar de ver si hablamos de Gerrit Dou y la uroscopia. Se trata del conocido como La mujer hidrópica, y lo podemos visitar en el Louvre.

Gerrit Dou (1613-1675). La mujer hidrópica (c. 1663)
Óleo sobre tabla. 86 x 67,8 cm.
Museé du Louvre. París

Dejemos que sean los expertos Jordi Vigué y Melissa Ricketts quienes nos lo expliquen:


"La obra representa una escena de género que tiene como protagonistas a una anciana enferma y un médico envueltos en la penumbra de una habitación. El médico va ataviado con las ropas propias de su oficio. Está situado en el centro examinando una muestra de orina a través de un frasco de vidrio. A su derecha se encuentra la pretendida enferma, con el rostro lánguido vuelto hacia la luz, que entra por el cristal de la ventana. Junto a ella hay una mujer de mediana edad sosteniendo en una mano la cuchara con que ha estado intentando dar de comer a la mujer. A sus pies, una muchacha toma la mano de la enferma, mientras la mira, llena de pena. La intimidad que se desprende de las actitudes de este grupo, formado quizás por las tres generaciones de mujeres de una misma familia, contrasta con la frialdad analítica del médico, que observa el color de la orina de la paciente.

La hidropsia[sic] era una enfermedad relacionada con el exceso de fluidos en el interior del cuerpo causando debilidad de las extremidades o congestión pulmonar y cardíaca. En la época en que Dou pintó esta obra, uno de los métodos habituales era el análisis de orina o uroscopia. La orina se vertía en un frasco de cristal denominado matula, igual al que sostiene el médico de esta obra. El análisis incluía la observación del color, los sedimentos y la densidad, oler, e incluso probar la muestra para determinar su acidez. Luego se comprobaban los resultados con una lista general de hasta 20 gradaciones de color con sus correspondientes explicaciones y diagnóstico.

Muchos profesionales, como Thomas Brian en su panfleto El profeta del Pis (1637), condenaron los frecuentes abusos que originó esta práctica por parte de charlatanes y falsos médicos".(5)


Con el avance de la medicina, a partir del siglo XVIII y, sobre todo, durante los siglos posteriores, la uroscopia dejó de tener importancia como método diagnóstico, y los artistas dejaron de representarla, para seguir siendo cronistas de su tiempo, demostrando así -como señala Amalia Pati- "...la íntima relación entre las manifestaciones artísticas y la ciencia médica".(6)


NOTAS
(1) El nombre de Gerrit Dou lo encontramos escrito, a veces, como Gerard, y el apellido como Dow o Douw. Aquí empleamos la forma más usual y frecuentemente utilizada.
(2) PATI, Amalia (2007): "¿Qué es la escena uroscópica?". Medicina & Cultura, 1, 3 [Disponible en: http://www.medicinaycultura.org.ar/03/Pintura_01.htm; consultado el 6 de febrero de 2011].
(3) Ibidem.
(4) VIGUÉ, Jordi y RICKETTS, Melissa (2008): La Medicina en la Pintura. El Arte Médico. Barcelona, Ars Médica: 133.
(5) Ibid.: 142.
(6) PATI, Amalia (2007): Loc. cit.


Enlaces de interés:
Una forma distinta de tratar este tema se puede encontrar en el estupendo y divertido blog Medicina Joven: "Diagnosticar con el olor y color de la orina".

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