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15 de julio de 2011

Hipócrates y Demócrito


Pieter Lastman (1583-1633). Hippocrate rendant visite à Démocrite (1622)
Óleo sobre tabla, 111 x 114 cm.
Le Palais des Beaux-Arts de Lille

En la entrada anterior comentábamos algunas de las leyendas atribuidas a Hipócrates. En concreto, aquéllas en las que, rehusando incluso los más ricos presentes, se negaba a prestar sus servicios a los enemigos de Atenas; y nos preguntábamos si es lícito -desde el punto de vista ético- que un médico se niegue a atender a cualquier persona, sea quien sea.


En otras leyendas, en cambio, no hay dudas sobre la impecable actuación ética del "Padre de la Medicina". Se cuenta, por ejemplo, que los habitantes de Abdera, una ciudad situada en Tracia, en la coste norte de la actual Grecia, a orillas del Egeo, acudieron muy preocupados a Hipócrates pidiéndole que fuese a ver a Demócrito, quien "al parecer se había vuelto loco..." Existen diferentes versiones sobre por qué llamaban loco al filósofo atomista. Una dice que dedicaba tanta atención a sus estudios y reflexiones que permanecía ajeno a cualquier otra cosa y ni siquiera respondía cuando le llamaban. Otra, que pasaba el día riéndose de todo y de todos. El doctor Reverte Coma recoge una versión más, la de que "iba a los cementerios de noche para sacar cadáveres llevándolos a su casa", y explica que Hipócrates:


"Comprendió que no podía 'curar' [al filósofo] de la manía de aprender y tampoco pudo convencer a sus paisanos de que Demócrito no era un enfermo sino un hombre por encima de lo normal dedicado a investigar, lo que no podía considerarse como una enfermedad. Y rechazó la paga que los habitantes de Abdera le querían entregar por su trabajo."(1)


En el cuadro que da inicio a esta entrada, Pieter Lastman, un pintor barroco holandés, conocido fundamentalmente por haber sido maestro de Rembrandt, representa el momento en que, en las afueras de Abdera, ante la mirada expectante de sus ciudadanos, Hipócrates, vestido con elegantes túnica y capa, y con un turbante cubriendo su cabeza, encuentra a Demócrito junto a un riachuelo, bajo la sombra de un frondoso árbol, escribiendo en un grueso volumen que -como los otros dos que aparecen abiertos a sus pies- nos parecen fuera de lugar y, más aún, de tiempo. Los animales que se ven en la parte inferior del cuadro, a la izquierda de los protagonistas, creemos que son los que el filósofo diseccionaría -en vez de cadáveres humanos- para sus investigaciones; porque Demócrito de Abdera, como otros sabios antiguos, en su afán de conocimiento, practicó la disección y se le considera como uno de los primeros anatomistas.


Cabe añadir, para terminar, que en nuestra búsqueda de información sobre la pintura que acabamos de comentar encontramos otra muy similar, en la que su autor -según parece- hizo algo más que "inspirarse" en la anterior; aunque aquí si que se aprecia con claridad como Demócrito anota lo que ve examinando el cadáver abierto del animal. Es la que se muestra a continuación.

Nicolaes Berchem (1620-1683). Hippocrate rendant visite à Démocrite (c.1650)
Óleo sobre tabla, 67,3 x 81,3 cm.

NOTAS
(1) REVERTE COMA, J. M. (s.f.): "Asclepieion de Cos. La tumba de Hipócrates". 

9 comentarios:

  1. Muy interesante, gracias¡

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  2. Muchas gracias a usted, Miriam, por su amable comentario. Y un cordial saludo.

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  3. Conozco a unos cuantos locos que no quieren curarse de la manía de aprender. Incluso a mí me dan ataques de locura cuando entro en este blog, porque ¡hay tantas cosas que desconozco! que de aquí sigo mi ruta a la enciclopedia para rellenear huecos intelectuales.
    Gracias, doctor.

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  4. De este loco a su "loca" amiga: ¡Hay locuras de las que no deberíamos curarnos nunca!
    Un afectuoso saludo, Ars, y ¡feliz semana!

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  5. Interesantes hechos los que nos narras, al igual que la pintura del maestro de Rembrandt...era una época en la que aún estaba todo por descubrir, en la que el hombre aún tenía curiosidad por el saber.

    Un saludo.

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  6. Quizás la curiosidad aún no se ha perdido, Majestad; pero es desesperanzadamente inabarcable cuanto algunos quisiéramos saber.
    Personalmente, siendo una profunda admiración y un enorme respeto por todos los sabios que en el mundo han sido, son y serán.
    Con mi agradecimiento por tu comentario, recibe el más afectuoso saludo.

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  7. Para Marisol, que ha tenido la gentileza de unirse a los amigos de "Medicina y Arte", quede testimonio aquí de nuestra más sincera bienvenida.

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  8. ¡Como comprendo a Ars Vitae, y que atinado el seudónimo con su actitud!. Mis amigos saben que presumo de "enciclopédica ignorancia", y a continuación aclaro que gracias a todo lo que me queda por aprender tengo garantizado entretenimiento y gozo para el resto de días que Dios tenga a bien concederme.

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  9. Le deseo muchos muchos años de gozoso entretenimiento, amigo libreoyente. ¡Y que yo lo vea!
    Si no lo ha hecho ya, no deje de darse un reposado paseo por el blog de Ars Vitae, comprobará que hay pocos placeres que se le puedan comparar.
    Agradeciendo, una vez más, su apreciado comentario, le envío desde el Sur mi más afectuoso abrazo.

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